COCHES
Prueba

El Kia Ceed que estabas esperando

  • Versión Spirit con motor 1.0 T-GDI de 120 CV
  • El consumo promedio se sitúa en 5,6 l/100 km

Considerado como punta de lanza del crecimiento de Kia en el Viejo Continente, la llegada de esta nueva generación es la prueba palpable del importante papel que juega en la ordenación actual de la oferta del fabricante en el continente. El Ceed, antes cee’d, es un coche completamente nuevo, adaptado a su tiempo tanto en imagen como en innovación, con un enfoque más creativo para adaptarse a los nuevos requerimientos del cliente en tamaño, calidad de acabados, seguridad y eficacia. En esta línea de renovación profunda, la utilización de una nueva plataforma sobre la que se reordenan sus proporciones permite mejorar el espacio y la capacidad disponibles mientras gana en funcionalidad, ergonomía y originalidad pero vayamos por partes.

El modelo que hoy le proponemos, basado en la versión Spirit con motor 1.0 T-GDI de 120 CV, refleja las premisas que antes avanzábamos. Su diseño, por ejemplo, confirma que Kia ha dado con una línea definida pero flexible.

Con la misma distancia entre ejes (2.650 mm), respecto al modelo anterior es 20 mm más ancho (1.800 mm) y 23 mm más bajo (1.447mm), por lo que se siente a la vista ‘más coche’ sobre la carretera. Pero una cosa es lo que se ve y otra lo que se siente, así que mejor pulsar el botón de arranque y ver qué transmite este modelo que estrena unas nuevas suspensiones completamente independientes con nuevos ajustes de amortiguación.

Teníamos mucho interés en comprobar los avances en dinamismo del Ceed y la verdad es que no defrauda. Partiendo de que su base está preparada para motores más potentes que el 1.0 T-GDI y que a la vuelta de la esquina esperan variantes hechas para cubrir el flanco de la deportividad (la GT tendrá más de 200 CV), como compacto de amplio espectro, el Ceed proporciona sensaciones fantásticas.

Kia ha incrementado un 40% la dureza de las suspensiones delanteras a la vez que ha reducido en un 22% la rigidez de la estabilizadora. Detrás, en cambio se ha extendido en un 10% la suspensión y estrena estabilizadora. Con todo ello, y con unos amortiguadores evolucionados, el nuevo Ceed se siente más estable, más ágil ‘de morro’ (con la dirección de cremallera asistida más rápida) y, a la vez, más confortable en todo tipo de carreteras.

Son igual de palpables los avances a la hora de tamizar ruidos, vibraciones y asperezas al volante. El salpicadero más grueso y aislado, un nuevo aislamiento de sonido en los pasos de rueda traseros, una nueva capa aislante debajo de la moqueta de la cabina, las molduras laterales del parabrisas y el sellado de las puertas se encargan de hacer mucho más silencioso el interior en marcha. En resumen, la experiencia de conducción del Ceed resulta ahora mucho más placentera bajo cualquier condición: sorteando el tráfico en ciudad o atacando curvas en una carretera de montaña.

El motor, un viejo conocido del grupo coreano, repite modelo tras modelo mismas virtudes y mismos defectos. Lo más positivo: buena aceleración, muy lineal, y con una entrega de par constante, precisamente un área en el que han trabajado los ingenieros de la marca coreana; mejorable, el nivel de rumorosidad del motor que si bien puede llegar a ser excitante en una conducción deportiva, puede resultar incómoda en autopista. No hay que olvidar nunca en el haber de este motor 1.0 T-GDI de 120 CV que su consumo medio se plante en 5,6 l/100 km para esta versión con 127 g/km como dato promedio de emisiones de CO2.

En definitiva, es injusto analizar el nuevo Ceed tomando como referencia lo que supuso esa primera generación de 2007. La revolución experimentada por Kia, aun constante, es un hecho. Hay que ponerlo frente a frente con los mejores compactos de marcas generalistas porque tiene argumentos para echarles un pulso en cualquier terreno. Sobre todo, si tenemos en cuenta que ya vienen en camino las versiones ProCeed y Ceed GT que, después de este primer contacto, estamos deseando probar. Se mire por donde se mire, al nuevo Ceed le sobran argumentos.

Sobre todo práctico

Lo mejor del interior es la sensación de amplitud. La forma que ha adoptado el techo y el hecho de poner los asientos en una posición más baja desahoga las plazas traseras y las delanteras siguen siendo igual de confortables. Es la configuración más horizontal y alta del salpicadero, así como la disposición de la consola muy vertical, lo que incrementa esa percepción de espacio para conductor y copiloto.

Como otras marcas, Kia recurre a una pantalla táctil flotante de uso muy sencillo apoyándonos también en los mandos del volante para determinados controles. Los grafismos del sistema son mejorables, pero queda en anécdota en versiones como ésta (Spirit) con Apple CarPlay y Android Auto. La factura de todo el interior es muy ‘alemana’ (quizá demasiado formal para un coche de exterior tan atrevido) y con el punto a favor de que muchos componentes se revisten de superficies blandas o suaves al tacto.

Avanzado y actual

La lista de sistemas de ayuda a la conducción se amplía y además del asistencia para el cambio de luces, el control de la atención del conductor, el asistente para el cambio de carril y el aviso de colisión frontal con asistente para evitar colisiones, incorpora como novedad el asistente para el seguimiento del carril. Con ello, y con otros sistemas como el control de crucero inteligente con función de parada y arranque automáticos, el Ceed se equipara a otras propuestas de su segmento al ofrecer un nivel de automatización de la conducción Nivel 2, ya que todos estos dispositivos permiten controlar los coches que nos preceden, detecta las líneas en la carretera para permanecer en su carril en la autopista y controla la aceleración, la frenada y la dirección, en función de los coches que circulan por delante.
Otras tecnologías disponibles en esta tercera generación Ceed son la alerta de vehículos en el ángulo muerto, la alerta de tráfico cruzado trasero, el asistente inteligente de aparcamiento y el reconocimiento de peatones con avisos hápticos en el volante para evitar, en la medida de lo posible, colisiones frontales.

 

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