El ‘globo sonda’ lanzado días atrás por la Federación Canaria de Automovilismo (FCA) en el que anunciaba la voluntad de su presidente, Benito Rodríguez, de proponer la segregación de los vehículos cuya homologación está fuera de la normativa técnica de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y la Real Federación Española de Automovilismo (RFEdeA) en lo que será la Copa de Canarias de Rallies no acaba de convencer a nadie.
Sobre el papel, el que el Campeonato de Canarias de Rallies quede reservado a vehículos FIA y RFEdeA hará de ‘la copa’ la reserva natural de los E2, Grupo T y, por supuesto, R5+. Los GT, que ya vienen compitiendo bajo la normativa del Campeonato de España de Rallies de Asfalto, no experimentarían cambio alguno, pero en su pugna por el título de Campeón de Canarias de Rallies de Asfalto, ya no tendrán que medirse a esa versión vitaminada de los R5.
Es decir, el regional volvería a la situación ‘pre Rally de Maspalomas’, algo que no convence en absoluto a los equipos que cuentan en sus talleres con un R5. Por ello, en los clásicos movimientos que se producen en las semanas previas a la celebración de la Asamblea Ordinaria de la FCA, una de las propuestas que se está cociendo es que, a nivel técnico todo quede como está en nombre, cómo no, de la estabilidad reglamentaria.
La situación es compleja porque los argumentos que se esgrimen de cada bando son tan lógicos como poderosos. Los equipos con GT no entenderían que ahora que sus coches están conforme a normativa RFEdeA tuvieran que competir contra coches que no lo están. Desde aquellas estructuras que tienen coches R5 o están valorando hacerse con uno, no se concibe que los GT vuelvan a estar en una posición ventajosa al entender que, en Canarias, esa limitación es insuficiente. Los hay, incluso, que apelan a una normativa 100% FIA y que los GT sólo tengan la oportunidad de competir en el campeonato como FIA R-GT.
¿La solución? Posiblemente, una Federación Canaria de Automovilismo fuerte, independiente y con capacidad de maniobra a nivel técnico a la hora de adaptar la realidad de su parque móvil al principio que inspiró la limitación de los GT en 2016. Es decir, que los R5, los coches escogidos por la FIA para marcar la pauta en los distintos campeonatos continentales y nacionales, sean por norma más veloces que los Porsche.
De la misma manera que la RFEdeA realizó un estudio y una serie de pruebas para dar con la fórmula para neutralizar la superioridad de los GT, la FCA debería tener la capacidad para poder hacer lo mismo. Y es que, hasta ahora y ante cualquier disyuntiva o polémica, la federación se ha limitado la mayoría de las veces a pasar la pelota a la española. Sólo cuando ésta se declaró sin competencia en materia R5+, la FCA tuvo que mojarse.
Con todo este mar de fondo, hay equipos como el DISA Copi Sport cuya decisión de qué coche utilizar en 2020 depende por completo de lo que se decida en una Asamblea que ya no tiene sentido que se celebre a mediados de enero. Urge que desde la FCA se tome por costumbre empezar a pergeñar el reglamento técnico de su campeonato estrella con mucha antelación.
