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La flecha alada cumple 85 años

  • En sus orígenes, todavía como L&K, fabricó bicicletas y motos
  • Su primer coche fue el Voiturette A y fue un éxito de ventas
  • En 1926 se entregó el primer Skoda al presidente de Checoslovaquia

La historia de este fabricante de automóviles se remonta en el año 1894 cuando dos ciclistas aficionados, Václav Laurin y Václav Klement empezaron a construir bicicletas en Mladá Boleslav, la que todavía hoy es su sede. Fue Klement quien entendió que había una gran oportunidad de negocio en este campo cuando a principios de esa década intentó reparar sin éxito una bicicleta fabricada en Alemania por falta de piezas.

Este vendedor de libros tuvo que enviar su único medio de locomoción hasta la planta donde se construían y, cuando le llegó de vuelta a su casa se llevó la sorpresa de ver que estaba en el mismo estado: rota. Eso sí, venía acompañada de una carta. “Si espera recibir una respuesta nuestra, debería intentar escribir en una lenguaje que podamos entender”. Envalentonado por la misiva, ese año se asoció con Klement, que llevaba tiempo construyendo estos vehículos en la ciudad de Turnov y a partir de ese momento no dejaron de crecer.

Como muchas empresas automovilísticas, antes de duplicar el número de ruedas hicieron un paso previo explorando la construcción de motocicletas. Tras un primer prototipo que resultó tener muchas carencias, en 1899 salía de su nueva planta la Slavia, un modelo que sólo un año después se empezó a exportar a Inglaterra. En una década fabricaron motos de uno, dos y hasta cuatro cilindros llegando a comercializar alededor de 4.000 unidades. La marca seguiría denominándose Laurin & Klement hasta bien entrado el Siglo XX.

Sólo once años después de plantar esa primera semilla, en 1905, se adentraron en la producción de automóviles desde esa planta de Mladá Boleslav, entonces, una pequeña ciudad de no más de 10.000 habitantes. La marca ya era conocida a nivel internacional e incluso sus primeras incursiones en el mundo de la competición ayudaron a granjearse un prestigio. Su primer coche fue el Voiturette A, y según cuentan los libros, fue un éxito.

Su expansión desde ese año en adelante fue continua y el número de unidades de sus vehículos destinados a la exportación incluso a mercados como el americano o el ruso - además del europeo- fue ampliándose año tras año. Tuvo mucho que ver el estallido de la Primera Guerra Mundial. Como buena parte de las empresas de los dos bandos, Laurin & Klement tuvo que suministrar vehículos al ejército del Imperio austrohúngaro, pero su final y sobre todo la crisis económica en que se vio sumida el mundo entero tras ella hizo que pasaran algunos apuros en esa etapa.

El cambio de nombre

En los años veinte la marca checa empezó a fabricar camiones, pero los problemas económicos seguían siendo acuciantes y un incendio de la planta de Mladá Boleslav puso todavía más en el filo su viabilidad. Fue entonces cuando los propietarios y fundadores de la marca decidieron fusionarse con Skoda Pilsen, un gigante de la fabricación de maquinaria de su país, lo que produjo la extinción del nombre L&K. A cambio, se ganó en competitividad en un mercado cada vez más especializado, pudiendo comercializar modelos mucho más modernos.

Fue a partir de ese momento cuando los coches de la antigua Laurin & Klement empezaron a llevar el emblema con la famosa ‘flecha alada’ que representa la cabeza estilizada de un indio con plumas. Este año se cumplen por tanto 85 años de este importante paso en la historia de la marca. Fue en 1926 cuando se entregó el primer vehículo cien por cien Skoda y fue al presidente de Checoslovaquia, Tomás Garrigue Masaryk, una lujosa berlina basada en un modelo de la marca española Hispano Suiza. Durante estos 85 años de vida, el logo ha ido evolucionando, manteniendo su esencia –la flecha alada- pero tratando de representar la evolución técnica del fabricante a lo largo de toda su trayectoria.

De vuelta a su historia, la producción del primer modelo comenzó en la primavera de 1925 y se terminó un poco después de un año, en mayo de 1926. Hata 1929, sólo un total de cien unidades del sedán de lujo fueron construidos. ¿El motivo? Cada coche era fabricado según las especificaciones del cliente, por lo que cada uno de ellos resultaba ser un ejemplar único y excepcional. El Skoda Hispano Suiza  25 / 100 CV pesaba del orden de 2.700 kilogramos, dependiendo del nivel de equipamiento que incluyese, y fue capaz de alcanzar una velocidad máxima de 138 km/h. Como buenos coches de lujo, sus precios eran considerablemente más altos que los de la inmensa mayoría de vehículos disponibles en el mercado. El acceso a la gama costaba unas 190.000 coronas, pero fácilmente podría llegar a un cuarto de millón, en función de los extras que se incluyeran. Por ejemplo, la oficina del presidente pagó 280.000 coronas por el primer Skoda Hispano Suiza, en un momento en el que el pequeño Skoda 422 costaba unas 38.000 coronas.

Las ‘grandes guerras’

Tras la Gran Depresión y sus efectos duraderos, Skoda volvió a alcanzar una velocidad de crucero al empezar a comercializar el exitoso Popular a mediados de los años 1930. Frente al lujo exquisito de aquel derivado del Hispano Suiza, éste quería ser algo así como el coche del pueblo checoslovaco. Aunque había otros como el potente y deportivo Skoda Rapid, el familiar Favorit o la gran berlina Superb, modelo que se fabricó desde 1934 y hasta 1943 –ya en este siglo la marca retomaría esta denominación como parte del Grupo Volkswagen- y del que fabricó más de 2.500 unidades. Václav Laurin no pudo vivir lo suficiente como para ver su éxito. Murió en 1930 con 64 años y, en 1938 falleció su socio, Václav Klement con 69 años.

Pero de nuevo otra ‘gran guerra’ puso en pausa el desarrollo de Skoda. Checoslovaquia fue uno de los primeros países que sufrió las ansias expansionistas de Adolf Hitler en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial y desde que en marzo de 1939 pasó a ser un país ocupado, la fábrica de Mladá Boleslav pasó a ser una pieza más de la inmensa maquinaria de guerra nazi. Los faros, ruedas y motores se sustituyeron por obuses, proyectiles de diverso tipo y también componentes para la fabricación de aviones.

En la fase final de la 2GM, ya en 1945, la planta checa todavía tendría que superar un bombardeo, pero como si tuvieran prisa por olvidar esta oscura etapa, ya en junio salían de la fábrica los primeros coches, una versión modernizada del Popular. Con el final de la contienda se produciría la división del escenario internacional en dos grandes bloques y Checoslovaquia quedó al otro lado del muro, dentro del bando comunista. El régimen de economía centralizada llevó a la nacionalización de Skoda, lo que aisló a la marca de la competencia exterior. Aún así, su reputación de marca capaz de construir turismos resistentes se mantuvo relativamente intacta con la comercialización de modelos como el 440 Spartak, Felicia, 445 Octavia, aunque su calidad fue decayendo poco a poco. El Comité Central del Partido Comunista decidió tomar cartas en el asunto y exigió a los responsables del fabricante un cambio. El resultado fue el Skoda 1000 MB, el llamado ‘embécko’, un cuatro puertas de 4,1 metros y que hizo su debut en abril de 1964.

La nueva era

Pero tras ese impulso, Skoda se quedó encallada en los sesenta hasta principios de la década de los ochenta. Su imagen de marca había caido -como en el caso del resto de fabricantes que seguían vivos dentro del bloque socialista- absolutamente en picado y fue entonces (1982) cuando desde ‘el partido’ se dio luz verde para la creación del Favorit. Cinco años llevó hacer realidad el diseño firmado por Nucio Bertone y aunque volvía a echar mano del vetusto –pero fiable- motor de 1.289 cc de la marca, el Favorit trataba de equiparar a Skoda a otros fabricantes de automóviles, por lo menos en su categoría. Este modelo sirvió como conector de cara a la nueva era que se abriría para el fabricante de Mladá Boleslav cuando cayó el Muro de Berlín y, con él, el Bloque del Este.

En Checoslovaquia los nuevos aires llegaron con la Revolución de Terciopelo que desembocó en el abandono del poder a finales de noviembre de 1989 del Partido Comunista y, días después, del presidente. Antes de que en 1993 el país quedara escindido en la República Checa y la República Eslovaca, en abril de 1991 Skoda pasó a ser la cuarta marca del Grupo Volkswagen. En estos veinte años ha pasado de vender 172.000 vehículos a los 762.000 anuales con los que cerró 2010, multiplicando casi el número de empleados y amplificando su presencia internacional al pasar de 30 a 103 países.

Actualmente Skoda comercializa los modelos Fabia, Yeti, Roomster, Octavia y Superb y a nivel deportivo el pasado año alcanzó su mayor éxito al lograr el título en el Intercontinental Rally Challenge con Juho Hänninen y Mikko Märkkula a bordo de un Fabia Súper 2000.

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Comentarios

1 Me ha encantado! Lucía 10:57 16/06/2011

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