COCHES
Prueba

Opel Meriva: hoy me siento flex

  • La primera generación de 2003 vendió más de un millón de unidades
  • Su principal baza es la posibilidad de adaptarse a distintos usos
  • Las puertas FlexDoor le dan un toque de estilo

Del blanco al negro hay una inmensa paleta de grises. De los grandes monovolúmenes a los más pequeños y asequibles existe una variedad cada vez más amplia. La única forma de sortear el riesgo de pasar desapercibido es ofreciendo algo que rompa con la rutina y si además se logra marcar estilo, mucho mejor. Al nuevo Opel Meriva lo mueve este ánimo de ser el elemento discordante entre los cada vez más en boga pequeños monovolúmenes. ¿Sus armas? La capacidad para adaptarse a distintos usos y necesidades que ofrecen sus nuevas puertas FlexDoor, la modularidad de los asientos FlexSpace y la disponibilidad de varios interiores en uno con la consola central FlexRail. En una palabra: flexibilidad.

Al nuevo Meriva lo conocen ya del primer avance que publicamos hace algunas semanas. Esta vez hemos querido tenerlo en nuestras manos para confirmar las buenas referencias que teníamos de él y si la buena pinta exterior va o no en consonancia una vez se gira la llave y se suelta embrague.

Más allá de un lenguaje de diseño común o de otras cuestiones, los modelos importantes de Opel suelen tener un algo que los diferencia de los demás mortales. El Meriva lo es por los derroteros que ha ido tomando el mercado y por ello se le ha reservado una primicia: las FlexDoor, dos puertas traseras que se abren en sentido inverso al habitual y que facilitan el acceso –o su salida- sin tener que girarse o dejarse resbalar, maniobra por cierto que además de ser incómoda suele desgastar el tapizado de los laterales de los asientos.

Su mayor confort viene por el sistema de apertura, por el asidero del pilar B -que instintivamente se emplean al acceder a esas plazas traseras- y por el hecho de que respecto a unas tradicionales, las FlexDoor pueden abrirse hasta los 84º, 17 más que unas convencionales. Además, le dan un toque de estilo diferente, más identificador incluso de esta nueva generación del Meriva que la línea de la ventanilla trasera en forma de ola o el rasgo en forma de leva que recorre todo el lateral del coche y que es la rúbrica de los nuevos Opel.

Esta búsqueda de detalles que implementen la funcionalidad y el confort no es nuevo en el Meriva. Ya la primera generación, la que se lanzó en 2003 y de la que se vendieron más de un millón de unidades, incorporó los asientos FlexSpace, un dispositivo que se ha perfeccionado en esta versión de 2010. De nuevo, los asientos traseros se pueden desplazar hacia atrás o hacia el centro, pero ahora con menos movimientos para alterar su configuración. Las butacas –tanto las de delante como las de detrás- requieren un capítulo aparte en el Meriva. Los del conductor y copiloto permiten una adaptabilidad récord: 240 mm de ajuste longitudinal y 65 mm en altura, aunque lo más de lo más son unos asientos opcionales con ajustes suplementarios en inclinación, ajuste lumbar, extensión de la banqueta y reposacabezas, que han sido recomendados por expertos en salud y ergonomía.

Modularidad

Precisamente este concepto tan cercano al confort es otro a los que el nuevo Meriva saca punta. El pequeño monovolumen de Opel se aprovecha de una inercia que ya empezó en el Insignia y que siguió con el Astra, pero aquí también hace su propia aportación con la consola central FlexRail. El reposabrazos central esconde dos plataformas que se deslizan sobre unos raíles que se pueden discriminar en función de qué tipo de objeto necesitemos tener más a mano. Los más voluminosos se pueden guardar en la guantera integrada en ese reposabrazos o en la base de la consola, mientras que otros más pequeños como el móvil o la cartera se pueden ubicar en una bandeja más pequeña. Este dispositivo ha sido viable gracias a la nueva situación de la palanca de cambios (más elevada) y a la sustitución del freno de mano por uno de estacionamiento eléctrico.

Como ven, todo gira en torno a la modularidad y a la flexibilidad, dos aspectos que hacen de su interior algo en movimiento, adaptable a las necesidades o al simple capricho de sus ocupantes. Si a ello sumamos que la unidad que hemos probado es la Cosmo -el nivel de acabado más alto- se entiende que el nuevo Meriva nos haya convencido en lo que a confort y equipamiento se refiere con climatizador automático dual, control de crucero, luz diurna o volante multifunción, entre muchos otros.

Superior

El gran avance del Meriva en términos dinámicos es que su forma de pisar y moverse se corresponde con el de un vehículo compacto, es decir, una talla por encima de la suya. Sí, es ágil y manejable, pero en cambios de dirección dejándose llevar en tramos de carretera virados recuerda mucho a sus hermanos mayores. Esa sensación nos la corroboran en Opel al afirmar que tanto el eje delantero como el trasero son herencias directas del Zafira, el monovolumen compacto de la marca. También el hecho de que en aquellas cotas que repercuten directamente en la estabilidad y serenidad al volante, como la anchura de vías y la distancia entre ejes, se han estirado con generosidad.

Así, que nadie se equivoque. A pesar de ser el más pequeño de toda la familia de monovolúmenes de Opel, el Meriva no es un vehículo cuyo radio de acción se circunscriba a la ciudad y sus alrededores. El Meriva tiene muchísimos recursos para ser el coche titular de una pequeña familia, sobre todo en estos momentos en los que a la hora de escoger un vehículo y entre la disyuntiva grande/pequeño o barato/caro, siempre se opta por el primero.

Uno de esos recursos es su motor, en el caso de la unidad a la que nos hemos subido, el 1.4 Turbo de 120 CV. Inédita hasta ahora en este modelo, esta mecánica sustituye a la 1.6 de 105 CV reduciendo su consumo en un diez por ciento (su consumo medio es de tan sólo 6,1 litros) pero incrementando su brío en un 15 por ciento. Buen ejemplo del ‘downsizing’ y el desarrollo de motores pequeños sobrealimentados, el 1.4 Turbo va sobrado en ciudad y en vías rápidas, mientras que en carreteras de montaña se echa en falta un par motor más amplio a bajo régimen. Nada grave, pero sí que nos obliga a ir tirando de cambio o apurando la aguja del tacómetro para no perder comba entre curva y curva.

Así es el nuevo Opel Meriva, un coche con estilo, capaz, diferente y flexible. Con él, cada día, puedes sentirte ‘flex’.

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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Comentarios

2 CUANDO LLEGA ESTE MODELO A ARGENTINA????? MARCOS 01:01 05/12/2010

1 Qué pasada de coche!! me encanta!! Si están pensando en compralo yo lo recomiendo!! Mirad que de info: http://bit.ly/co6ywV Berto 17:29 29/07/2010

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