Domingo Ramos y Marcos Guerra son otros de los nombres propios que nos deja la última edición del Rally Villa de Santa Brígida. Su segunda posición con el Mitsubishi Lancer Evo VIII que hace ahora tres años ganó este mismo rally en manos de Jonathan Suárez es un buen balance en su segunda participación con él. De hecho, no estaba en sus planes.
“Todavía no me creo que hayamos estado luchando hasta el último tramo por ganar un rally”, comentó Domingo Ramos tras recoger el trofeo que le acreditaba como el segundo mejor tras el cómputo final. “Veníamos a hacer nuestra carrera y seguir con nuestro plan”. Ese plan pasa por hacerse al vehículo lo suficiente como para competir con el ritmo que impone este tipo de coches arriesgando lo justo.
“Desde el principio nos encontramos ya en posiciones de podio. La situación de la carrera nos dejó en posición de luchar por una cota impensable para nosotros a primera hora de la mañana”. Ayudó a ello el consejo de un piloto con una dilatada experiencia con este tipo de vehículos y que guió al de Arguineguín en su puesta a punto. “En una de las asistencias Miguel Cabral nos echó una valiosa mano con los reglajes y, a partir de ahí, el coche cambió radicalmente”.
Es la razón por la que afirmó haberse sentido “muy cómodo” en el bucle final. Su ‘tiempazo’ en el TC6 en forma de scratch lo puso a ocho décimas del liderato y aunque la victoria se le acabó escapando, el balance era mejor de lo previsto. “Para nosotros lo que hemos alcanzado hoy es impresionante, casi me atrevería a decir que ha llegado antes de lo esperado. Seguro que se puede mejorar, pero estamos en esa fase de conocer el coche. Vamos haciendo cambios y con ello descubrimos su comportamiento y eficacia, lo que nos va a permitir ser más rápidos en el futuro”, un futuro que ahora pasa por el Rally Isla de Gran Canaria.
