FIA ERC 2018: Capítulo uno

  • Hay muchísimo trabajo detrás de un programa como éste

Nuevo año, nuevos proyectos y objetivos. Ha llegado marzo y la temporada ha comenzado para mí en las Islas Azores, situadas en mitad del Atlántico a unos 1.500 kilómetros de la costa portuguesa. Después de un 2017 en el que todo surgió a última hora, en este 2018, y gracias a Emma Falcón, tengo el proyecto de este año cerrado desde enero y, además, en un campeonato desconocido para mí como es el ERC. 

Hay muchísimo trabajo detrás de un programa como éste. Hasta Azores han transcurrido muchas semanas de preparación, tanto a nivel administrativo (papeleo puro y duro) como también físico. Para afrontar un proyecto de este calibre hay que tenerlo todo lo más atado posible (o por lo menos intentarlo), y siendo un campeonato nuevo con pruebas internacionales, hay que dedicarle más horas de lo habitual para que no se escape ni un detalle.

En primer lugar, el equipo con el que estaremos este año es ARC Sport, una estructura portuguesa en el que compite también el actual subcampeón, Bruno Magalhaes. La barrera del idioma con ellos prácticamente no existe; entienden casi todo lo que le decimos en español y nosotros nos esforzamos en entender aquello que dicen en portugués. Hay buen ambiente y tienen buena organización, cosa que se agradece y facilita mucho las labores.

Respecto a la organización del rally, es bastante parecido todo a nuestro Rally Islas Canarias. El parque de trabajo está en la Avenida Marítima y se encuentra dentro del muelle de Ponta Delgada. Muy accesible todo y cercano; de hecho, el hotel donde nos alojábamos estaba a 100 metros de la asistencia. Aquí sí que a la hora de hablar con el personal del rally era mejor hacerlo en inglés, tanto en persona como en los correos previos a la prueba. Como curiosidad, en el reglamento particular había un relación con los participantes que –decían– hablaba español. Pero el español del hombre era igual de fluido que el inglés de Ana Botella…

Antes mencioné la preparación física. No es que un copiloto deba tener un estado de forma como Usain Bolt -ahí tenemos a Daniel Elena y sigue al máximo nivel-, pero mi ‘fisio’, Rodrigo Cuartero, me aconsejó que prioritariamente fortaleciera la zona lumbar y la espalda durante el invierno. Después del vuelco del RallyRACC y, sobre todo, de la salida de pista del Rally de La Oliva a la velocidad que sucedió, la espalda no estaba para muchas alegrías. De hecho, acabé la temporada entre algodones así que había que prepararse bien para empezar el año a tope. A los que ya me conocen, saben que no soy una persona que pese mucho, pero este invierno he ganado algunos kilos y creo que he hecho los deberes en ese aspecto.

Vamos a hablar un poco del rally. El viaje empezó el domingo anterior a la prueba. Con seguridad es la que mejor conexión tiene con Canarias de todas las del ERC, ya que existe un enlace directo los domingos con la compañía SATA Air Açores que une Gran Canaria y Ponta Delgada en unas dos horas y cuarenta minutos. Coincidimos en el mismo vuelo con Raúl Hernández, Rogelio Peñate y Yeray Lemes, así que no podíamos empezar de mejor manera esta etapa.

Tras la llegada y recogida del coche de alquiler –si estás en la lista de inscritos del rally conseguir uno puede suponer todo un quebradero de cabeza-, rápido trayecto al hotel. Ponta Delgada, la capital, tiene cosas que resultan muy familiares con ciudades como Arrecife o Santa Cruz de La Palma. Casas blancas, en su mayoría de no más de dos pisos, antiguas y con calles adoquinadas. Lo primero que hago es ir a la base del rally a por la documentación, roadbooks, números, entregar el papel del Monday Test y de los reconocimientos del martes.

A pesar de que estamos autorizados a rodar en ese tramo del lunes que organiza el propio ERC –en el que había dos tramos diferentes–  finalmente probamos en una de las cinco carreteras que se habían cortado para la realización de test privados. En este tramo me hice una idea de lo que iba a ser el rally: carreteras estrechas entre montañas, con piso que aguanta bastante y cambios de agarre según las zonas. Nos dio la ventaja de trabajar con más tranquilidad al haber sólo cuatro coches, así que fue un día bastante productivo en el que pudimos conocer un poco más al equipo, seguir trabajando junto a Emma y volverme a montar en el Citroën DS3.

El martes empezamos los reconocimientos madrugando un poco para instalar el GPS en el coche de reconocimientos. El día que se publicaron los tramos comprobé que no había grandes cambios respecto al año anterior. Para poder encontrar videos interiores y trabajar con los mapas es mucho más sencillo. El planning de entrenos más o menos estaba claro. La organización recomendaba seguir un orden según el número de salida para que no coincidiesen muchos coches en un mismo tramo, pero tenía claro que el más rápido era el que harían los primeros de la lista, empezando en el primero que haríamos el viernes: Pico da Pedra Golfe.

En esa primera toma de contacto a fondo con la isla de las vacas –como comprobó Lukyanuk en uno de los tramos– confirmé lo que ya imaginé desde el día anterior. Pero con algunos matices...  Como en Canarias, de las zonas costeras a las zonas centrales de las islas existe gran diferencia de altura, esto se apreciaba en gran parte de los tramos, principalmente en el icónico Sete Cidades. ¿La verdad? La fama la tiene más que merecida. Probablemente sea el tramo de tierra que más me ha gustado, pero desgraciadamente no pudimos completarlo como nos habría gustado.

La distancia, las pendientes, los cambios de ritmo, los paisajes, el cambio de tiempo en minutos y el peligro que tiene en sus más de 23 kilómetros hacen que sea el tramo rey del rally. Los desniveles, tanto para subir como bajar eran de una pendiente mucho mayor de la que me esperaba. De hecho, en uno de los ascensos, al pararse el coche de delante y no quedar otra que detenernos, no pudimos arrancar y tuvimos que dejarlo caer un poco para coger carrerilla y coronar la cima.

El miércoles reconocimos los tramos que haríamos el sábado y que eran más largos: Graminhais en su mayor parte bajando, y Tronqueira muy ratonero y subiendo casi siempre, similar a los tramos de La Palma. Solo quedaba ese día la ceremonia de salida y acto seguido el City Show, una especie de Super Especial nocturna en la Avenida Marítima que no puntúa para el rally y es de paso obligatorio para todos los vehículos. Se podía llevar un acompañante de copiloto en ese tramo, cosa que Emma aprovechó, por lo que tras el paso por el podio ubicado en la Plaza de Gonçalo Velho, terminó el día para mí.

Probablemente fui de los primeros en llegar el jueves a la asistencia. Sí, tenía ganas de rally, pero es que, además, al poner la alarma la puse con la hora de Canarias, así que tuve una hora más que aproveché para adelantar trabajo con las notas. Durante ese rato, sobre las seis y media de la mañana, cayó una tromba de agua increíble. Es lo que tiene la isla de Sao Miguel, el tiempo cambia en cuestión de minutos siempre. Por la mañana el plan era dar las dos pasadas de prácticas al tramo de calificación para realizarlo posteriormente. Al final por un accidente de Paulo Nobre solo pudimos dar una pasada. 

Algo que tenía claro desde un inicio –y más viendo la dificultad del rally–, era que no íbamos a prestar atención apenas a los tiempos de los tramos. Como bien dijo Emma, esto iba a ser un test más y la experiencia aún no es la suficiente como para medirse a nadie. Ya he corrido con otros pilotos en tierra en sus inicios y es una superficie que para cogerle el truco es más difícil que el asfalto y lleva su tiempo. Además, como he podido ver, el coche no es de los más sencillos de llevar en este terreno.

La primera jornada del rally empezaba por la tarde. El tramo más largo era el segundo, Vila Franca – Sao Bras, con diecisiete kilómetros. Empezamos con algo de precaución, cogiendo ritmo poco a poco con el paso de los kilómetros, pero los frenos no ayudaron mucho a partir de mitad del tramo y dosificamos para poder continuar sin más riesgos. Quedaba mucho rally por delante, muchos compañeros habían caído por el camino –si no recuerdo mal cinco o seis coches pude ver–  y ya se empezaba a ver la dureza del rally.

El viernes amanecía soleado en Ponta Delgada, pero la niebla esperaba en las zonas altas de los tramos. Nuestro paso por Azores se cerró precisamente en Sete Cidades. Un bote en los kilómetros iniciales dejó tocada a Emma, que hizo lo imposible por seguir, pero a mitad de tramo decidimos cambiar los papeles y llevar yo el coche hasta la meta. Los síntomas eran preocupantes e indicaban que se había resentido de la lesión que se produjo en el accidente de Córdoba en 2014. Sufriendo una barbaridad, antes de abandonar preferimos tener algo más de tiempo a ver cómo evolucionaba.

Si desde el lado derecho veía lo complicado que era pilotar en las bajadas, desde el izquierdo y yendo despacio no fue sencillo para mí tampoco. Si a zonas en sombra más húmedas y con algo más de barro le sumas la pendiente existente y la niebla en la parte alta del tramo, era una buena muestra de por qué Sete Cidades era ‘el tramo’ del Rally de Azores. Como cuando debuté en Teror, volví a recordar lo difícil que puede llegar a ser estar al volante de un coche de rallies. Más aún, cuando –para más ‘inri’– íbamos tropezándonos con otros compañeros en las cunetas. Me quedé helado al ver en una misma curva al coche cero y uno de los Ford Fiesta R5.

Viendo que estaba bien pero que no remitían los síntomas, decidimos que lo mejor era tomar el camino del abandono. Hay veces que las cosas son así y a pesar de que lo intentamos, es mejor parar y recuperarse al 100% para seguir en condiciones. Una pena porque quedaban muchos kilómetros por delante que habrían venido de perlas, pero ahora nos viene el rally de casa y allí iremos con más ganas si cabe.

Aunque más corta de lo normal, así fue la experiencia en el inicio del ERC en una isla de gran belleza que espero volver más pronto que tarde. Ahora toca mirar con ganas a la primera semana de mayo donde nos espera un rally que para nosotros supone el momento más especial de toda la temporada. ¡Nos vemos en el Parque Santa Catalina!

 

Autor
Eduardo González
Copiloto. Subcampeón de España de Rallies de Tierra 2016 y Campeón de Canarias de Rallies de Tierra 2015.
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