“Un pueblo no es otra cosa que un rodeo para dar lugar a un genio”, dice Nietzche, pensador de la Genealogía de la Moral. Tal vez pueda ser ésta una interpretación que responda a por qué Ferry Porsche se aventuró a iniciar un camino que hoy es sinónimo de lograr un sueño, de fascinar y de anticipación al futuro.
Creo que hay dos constantes en el tiempo que han definido la marca de Stuttgart: su espíritu innovador y el dominio de la técnica. Estos dos elementos son los que siempre han logrado mantener unidas la deportividad y las emociones, algo que sólo Porsche ha sabido transmitir y mantener en el tiempo. Estos factores han favorecido su aceptación social.
La innovación en sí misma no significa crear, ya que es un término más relacionado con el conocimiento. Tampoco significa hacer cosas nuevas porque sí; sino hacer cosas nuevas que, además, gusten.
Aunque de manera directa e indirecta pertenezco a ese mundo que se vislumbra, hay una serie de conceptos a los que nos vamos a tener que acostumbrar porque también formarán parte del universo Porsche. Palabras como electrificación, conectividad, digitalización, conducción autónoma y sus niveles. Todas ellas (y algunas más) conllevarán cambios y transformaciones en nuestra forma de pensar, en la era de la eficiencia, en el futuro del automóvil, en la movilidad y en la forma de entender la conducción.
Es relevante lo importante que para Porsche significa ir al ritmo de los tiempos. Sobre todo, en un momento en el que se empiezan a pautar los principios ya expuestos y las nuevas formas de comunicación. Como ya decía Ferry Porsche en 1966: “el proceso de desarrollo del automóvil no ha tenido nunca un momento de descanso”.
Resultado de ese tablero de juego que es la vida, a modo de fortalecer la relación humana, hay en Canarias varios grupos de personas propietarias y amantes de Porsche. Sobre todo, amigos y amigas que ya comparten y trabajan en la línea expuesta en los párrafos anteriores.
Personas que han sabido combinar la libertad, el espíritu emprendedor, el disfrutar del camino, el ir al ritmo de los tiempos no haciendo lo mismo que los demás, sino haciéndolo de otra manera; no perdiendo la deportividad de las emociones y disfrutando de una de las mejores sorpresas que nos puede dar la vida: el descubrimiento de la amistad adulta.
