Los rallies son una disciplina dentro del automovilismo que se caracteriza por dos cosas: Primero corremos contra el ‘crono’ y sólo contra él; y segundo, es un deporte de equipo. En los rallies los grandes protagonistas son dos, el piloto y el copiloto. Es tendencia generalizada dentro de este deporte pensar que el talento sólo debe poseerlo y desarrollarlo el piloto. Craso error.
Del mismo modo que no entiendo cómo muchos equipos modestos gastan lo que no tienen con el objetivo de conseguir 15 CV más de potencia y después tienen que salir constantemente con neumáticos usados, tampoco entiendo que equipos de relevancia y con presupuestos suficientes no hagan todo lo posible por ir con el mejor ‘material’ a la derecha. Y sí, digo bien (otra vez me suena), “material”.
Para mí los copilotos son como los neumáticos o las suspensiones: cuestan dinero, y cuanto mejores, más cuestan. Esta reflexión puede enfocarse de formas muy negativas y lo asumo, pero espero que también le den el enfoque que yo pretendo y es el de que hay que valorar, mucho más de lo que lo hacemos, a los copilotos. Insisto, esta reflexión desde mi humilde punto de vista sólo atañe a aquellos que pretenden llegar a algo en este deporte. Los que nos lo tomamos como una divertida afición y modo de vida no estamos sometidos a tan drástico veredicto.
Estas palabras hoy me vienen a la cabeza por el caso Dani Sordo-Carlos del Barrio-Rally Argentina. Sé que un error lo comete cualquiera, pero del mismo modo que los neumáticos Nisu pinchan más que los neumáticos de reconocido prestigio, los copilotos también tienen categorías. Para mí, uno de los mayores errores que ha cometido el entorno de Sordo –y han sido muchos y variados– ha sido bajar del coche a Marc Martí. Es sin duda –o era, ya que aparentemente está retirado– el mejor copiloto de España por palmarés después del célebre Luis Moya. Pero como sé que el palmarés es algo que no siempre refleja la valía de los deportistas, aunque creo que hay pocas cosas que lo hagan mejor, me limito al hecho de que sustituyó a Luis Moya en el Mundial de Rallies con Carlos Sainz, piloto exigente y profesional donde los haya, y no se le recuerda ningún borrón de importancia.
No quiero entrar mucho en otro tipo de consideraciones alrededor del error del de Citroën en Argentina pero..., fiel a mi estilo, lo voy a hacer. No sé qué impresión les dio a ustedes, pero yo detecté en las declaraciones de Sordo al final del bucle de las “izquierdas siete a fondo que no lo eran” cierta sensación de alivio. Ese alivio que nos da el sabernos fuera de las críticas puesto que la presión ya nos la había quitado un copiloto que, como portero de discoteca –por aquello de cerrar puertas–, no iba a ganarse la vida. Cierto es que Del Barrio como copiloto es superior a la media, pero para estar en el mundial hay que ser sencillamente el mejor. En cualquier caso como enólogo también podría ganarse la vida, recordaba yo aquella vendimia alemana en 2006… No quiero hacer más leña del árbol caído pero recuerdo cómo un célebre cántabro dijo a principio de año que como no ganase un rally este año se retiraba... Pues que no le desmonten el cuarto en casa de los padres que el hijo pródigo puede volver rapidito a final de año.
Espero no haber molestado al gremio de los copilotos con mis palabras. Los respeto y admiro ya sean aficionados, profesionales o simples amigos que van sentados a la derecha. En cualquier caso diré que sólo me planteo críticas, más o menos picantes pero sin maldad, a los profesionales. Es más, no descarto plantarme salir a la derecha en algún rally, algo que me ronda la cabeza hace tiempo, ya que me apetece conocer las carreras desde el otro lado. Pero, si lo hago, será copilotando a un amigo... ¡Sólo espero que no sea tan crítico como yo!
