DEPORTE
Montaña

Pikes Peak, la tierra prometida

  • Dumas ha rebajado en 16’’ el tiempo que obtuvo Loeb en 2013

No solo de títulos en la F1, el Mundial de Rallies, resistencia, raids o turismos viven los departamentos de marketing de los grandes fabricantes de automóviles. Y no hablamos ya de ganar carreras tan legendarias como el Rally de Montecarlo, el Gran Premio de Mónaco, las 24 Horas de Le Mans, las 500 Millas de Indianápolis o el Dakar porque dejar inscrito tu nombre en una de estas pruebas es hacerlo en la propia historia del automovilismo. Trofeos al margen, el récord (en sus distintas categorías) del viejo bucle norte de Nürburgring, el Nordschleife, y de la Subida Pikes Peak han subido su cotización en los últimos años.

Sería injusto calificar la ‘fiebre de Pikes Peak’ como una moda actual y pasajera. Y no solo porque es la segunda competición de motor más antigua de cuantas se celebran en suelo estadounidense; también porque desde mediados de los ochenta (y siempre con el interés en el mercado americano como telón de fondo) leyendas de los rallies como Michèle Mouton, Walter Röhrl y Ari Vatanen pusieron a esta ‘Carrera hacia las nubes’ en el foco internacional.

La francesa venció solo tres años después de proclamarse subcampeona del mundo de rallies y en aquel 1985 ya batió el récord con el Audi Sport Quattro S1. Fue la primera de las tres victorias consecutivas de la marca de los cuatro aros con estos herederos de sus Grupo B que fueron acompañadas por sendos récords. El último fue a manos de Röhrl, que condujo un Audi Sport Quattro E2 Pikes Peak.

Peugeot, que empezaba su etapa dorada en el Dakar con Ari Vatanen, preparó el mítico Peugeot 405 T16 para conquistar por primera vez Pikes Peak y batir el récord. El estadounidense Robby Unster, un especialista en esta subida, dio a la marca del león su última victoria antes de que Sébastien Loeb arrasara en 2013 con el 208 T16 Pikes Peak. 

En todo ese largo paréntesis, esta carrera de montaña pasó a un segundo para el gran público. Pero la presencia de uno de los más grandes pilotos de la historia de la mano de una marca que dejó huella en esta peligrosa carretera de casi veinte kilómetros la puso de nuevo en el foco de la actualidad. Loeb rebajó en más de un minuto la antigua plusmarca con esa versión del 208 T16 construida ex profeso por Peugeot Sport.

El último gran hito de la historia de Pikes Peak lo ha escrito Volkswagen. En pleno proceso de expiación de las culpas derivadas del ‘dieselgate’, la marca alemana lo ha apostado todo a la movilidad eléctrica y eso incluye parte de su departamento de competición. Por muchas razones, esta subida era ideal para escenificar esa apuesta y sus progresos antes con su futura gama eléctrica I.D. a las puertas. De ahí el nombre de su vehículo: I.D. R. 

Un prototipo eléctrico de 680 CV, Pikes Peak y, como última pieza del puzzle, Romain Dumas. El francés, además de pegarle a todo lo que tenga volante, era perfecto porque había ganado en tres ocasiones con una Norma M20 RD. Ganador en Le Mans, campeón del mundo de Resistencia y de las American Le Mans Series, el hecho de estar en la órbita de Porsche lo hacía perfecto. 

En octubre del pasado año se anunció ese programa y 250 días después, Dumas cruzaba la meta a 4.301 metros de altitud con un tiempo de siete minutos, 57 segundos y 148 milésimas. 16 segundos menos que el récord de Loeb. Cuentan responsables de Volkswagen Motorsport a la revista Autosport que si hubieran tenido un par de meses más, el resultado habría sido aún más rotundo.

La moda de Pikes Peak no es exclusiva de las cuatro ruedas. En motos, dos marcas europeas, Ducati y KTM han estado midiéndose en esta ‘carrera hacia las nubes’ durante las últimas ediciones y aunque la italiana ha logrado su séptima victoria con Carlin Dunne a lomos de una Multistrada 1260, el récord absoluto sigue en manos del Chris Fillmore, que el año pasado paró el crono en 9:49.265 con una 1290 Super Duke R del fabricante austriaco.

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