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Así ha evolucionado la protección en MotoGP

  • Los primeros cascos eran simples capuchas de cuero
  • Con los patrocinadores, el color llegó al mundial en los setenta
  • La incorporación de los airbag en los monos ha sido una gran revolució

Desde que hace casi 71 años se celebró en la Isla de Man el que está considerado la primera prueba del Mundial de Motociclismo, el deporte de las dos ruedas ha cambiado por completo. Ha cambiado el campeonato, han cambiado los circuitos, han cambiado los equipos, han cambiado los pilotos y, por supuesto, lo han hecho las motos.

Pone los pelos de punta ver en qué condiciones corrían a mediados del siglo pasado pilotos como Harold Daniell, que ganó aquel primer ‘gran premio’ en la categoría Senior TT de 500 cc con una Norton que hizo una media de velocidad cercana a los 140 km/h. Si la capacidad de los frenos y el agarre de los neumáticos de la época eran muy deficientes, las condiciones de la mayoría de los circuitos eran deplorables. 

Afortunadamente, la evolución de este deporte fue muy rápida. La profesionalización del mundial y la rivalidad entre marcas propició una escalada técnica que afectó a todos y cada uno de los planos del motociclismo. Incluyendo la protección de los pilotos. Las capuchas de cuero dieron paso a unos primeros cascos muy rudimentarios inspirados en el mundo de la aviación, aunque hubo que esperar a 1967 para que el campeonísimo Giacomo Agostini estrenara el primero integral.

Con los monos pasó lo mismo. En realidad, en los albores del motociclismo, los pilotos se vestían con chaquetas y pantalones de piel, pero ya en el arranque del mundial como tal, Geoff Duke enseñó a sus rivales las ventajas de usar un traje de cuero de una sola pieza y hecho a medida. La proliferación de los patrocinios (clave en esa profesionalización que experimentó el motociclismo a partir de la década de 1970) hizo que el riguroso negro diera paso al color. Hubo que esperar algunas décadas para que se combinaran distintos tipos de material para darle mayor resistencia ante la abrasión.

Las protecciones también fueron evolucionando al unísono. Los refuerzos de cuero y remaches fueron sustituidos por armazones más resistentes para resguardar zonas especialmente expuestas como los codos, hombros, rodillas y espinillas. En la actualidad se emplean estructuras internas de gel y exteriores de plástico, aluminio, titanio e incluso con estructuras ‘3D’ capaces de disipar la energía de un impacto. 

Rodilla al suelo

Capítulo aparte merecen las deslizaderas. Hechas, como su propio nombre indica, para hacer deslizar la zona de las rodillas al emplearlas como apoyo en una curva, no fueron necesarias hasta que ‘el marciano’ Kenny Roberts popularizó este estilo de conducción que se mantiene hoy en día. Para evitar que las rodillas acabaran hechos trizas, algunos pilotos empezaron a utilizar cinta americana o cualquier cosa que tuvieran a mano y que pudieran pegar al mono.

Los fabricantes acabaron creando unas protecciones específicas que, al principio, estaban hechas con madera o cuero (de ahí el característico color marrón con el que terminaban cada carrera) y que se pegaban con velcro. En la actualidad, las deslizaderas están hechas de plástico y no sólo se adhieren a la rodilla; también a los codos ahora que los neumáticos, los chasis y la electrónica hacen posible unos ángulos de inclinación imposibles.

Los monos de competición suelen estar hechos de piel de canguro que, comparado con el de vaca, es más resistente y permite hacer prendas más ligeras. Todos los fabricantes han incorporado a sus prendas la característica joroba aerodinámica que en los grandes premios más calurosos sirven para alojar un ‘camelback’ con líquido para hidratarse. En el interior cuentan con protectores de pecho, caderas y espalda.

Airbags integrados

Sin embargo, la verdadera revolución en materia de seguridad ha sido la incorporación a los monos de airbags integrados que se inflan en cuanto detectan una caída. Una serie de sensores con acelerómetros interpretan que está empezando a producirse un arrastrón o un ‘high-side’ y activa el inflado antes incluso de que el piloto esté en el suelo. 

Con guantes y botas ha pasado otro tanto. De ser idénticos a cualquier prenda de vestir de la época confeccionada con cuero, hoy por hoy son complejas piezas que hechas mediante diferentes materiales. Igual que los monos, con el tiempo se llenaron de color y de protecciones. Las primeras consistían en tachuelas en las palmas de las manos, acolchados y refuerzos mediante distintas capas de piel y, más tarde, tejido reforzado mediante kevlar. 

En la década de 1990 empezaron a llegar las protecciones de poliuretano para proteger la zona de los nudillos y, más tarde, zonas especialmente expuestas en las manos de un piloto con piezas hechas en este mismo material, pero también en fibra de carbono o titanio. Se trata de un elemento de protección muy complejo, ya que el piloto jamás puede perder el tacto.

La evolución experimentada por las botas también ha sido espectacular. Los pies y las espinillas también están enormemente expuestas a impactos y abrasiones, pero, al mismo tiempo, el piloto requiere de la información y la sensibilidad que le aportan en contacto con los reposapiés, el freno posterior y el cambio. 

Más allá de la evolución de la forma de la suela y de los distintos tipos de goma de las que están hechas, alrededor, el armazón es tan complejo que las botas de moto actuales se parecen más a las que se emplean en los deportes de invierno. 

 

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