El VISION EQXX representa el desafío de Mercedes Benz por liderar el siguiente paso en el desarrollo de soluciones para llevar la autonomía y la eficiencia a un nivel superior mediante el empleo de un innovador sistema de propulsión eléctrico, el uso de materiales sostenibles y procesos avanzados de software.
El objetivo del equipo de trabajo a la hora de crear el prototipo partia de la premisa de ofrecer “uno de los coches más eficientes del planeta”. El proceso, por tanto, tenía que ser transgresor, para en lugar de limitarse a aumentar el tamaño de la batería, hacer un ejercicio de imaginación con el objeto de disponer de la mayor eficiencia posible mediante el desarrollo de nuevas soluciones en términos de densidad energética, aerodinámica y construcción ligera.
El resultado, afirman, “es una obra maestra de la eficiencia”, capaz de superar los 1.000 kilómetros de autonomía gracias a un consumo de energía inferior a los 10 kWh por cada 100 kilómetros, como reflejan las simulaciones digitales realizadas en condiciones de tráfico real. El uso de materiales sostenibles en su construcción y la introducción de un sistema aún más avanzado de interactuación entre el vehículo y el usuario añade interesantes ingredientes al proceso convirtiéndose en toda una revolución que modifica las bases sobre las que sustentaba la concepción de un vehículo eléctrico.
El VISION EQXX está repleto de elementos que mejoran la eficiencia. El conjunto de herramientas digitales y un enfoque basado en el software también permitieron optimizar su desarrollo. Es el caso, por ejemplo, del paquete de batería cuya capacidad se eleva hasta los 100 kWh, sin embargo, tiene un volumen inferior al 50% y es un 30% más ligera que la empleada en el EQS. A la autonomía contribuyen también unos paneles solares ultrafinos y el coeficiente de penetración al viento que es de tan solo 0,17cx, lo que supone todo un récord. A su vez, el sistema de propulsión es muy compacto lo que hace que el vehículo sea muy ligero, un peso bajo al que contribuyen del mismo modo los discos de freno ligeros de aleación de aluminio y los materiales empleados para la construcción del chasis y el subchasis provenientes de su experiencia en la Fórmula 1.
Este extraordinario proyecto pasó del lienzo en blanco al vehículo terminado en tan sólo 18 meses. El proyecto atrajo el talento no sólo de Stuttgart, sino también de sus socios en competición y de un variado conjunto de empresas emergentes, socios e instituciones de todo el mundo en un equipo multidisciplinar y multifuncional. Utilizaron las últimas tecnologías e ideas para desarrollar soluciones avanzadas y de alta eficiencia para aplicarlas en el mundo real en un futuro próximo.
