Cupra ha vuelto a poner a prueba la eficiencia de su gama eléctrica organizando un nuevo “Challenge”. En esta ocasión, el protagonista fue el Tavascan en su nueva versión Endurence. El desafío consistió en exprimir al máximo la eficiencia del nuevo SUV cupé eléctrico superando, rutómetro en mano -sin
ayuda del GPS-, un itinerario predeterminado en el menor tiempo posible e intentando economizar al máximo el gasto de energía.
El objetivo inicial siempre es mejorar la cifra oficial, tarea nada fácil teniendo en cuenta que los datos oficiales ya son bastante ajustados. Lograrlo exige una conducción precisa y aprovechar cada recurso disponible. Si además competimos por parejas contra el resto de compañeros de prensa, el reto se convierte en una verdadera guerra de estrategia.
El Tavascan Endurence es la versión de acceso a la gama, cuenta con un único motor trasero que desarrolla 286 CV y 545 Nm de par, alimentado por una batería de iones de litio de 77 kWh de capacidad. Esta combinación permite recorrer hasta 550 kilómetros con una sola carga y brinda un consumo homologado de 15,2 kWh/100 km. En las Islas Canarias, su precio parte desde 34.543 euros (no incluye las ayudas estatales).
Con el Tavascan listo y junto a mi compañera Mercé Rivas (TV3) en el primer turno al volante, nos lanzamos a la carretera. El itinerario, un bucle de 130 km combinando autopista y tramos de montaña por los alrededores de Madrid, no nos lo puso fácil. Por experiencias pasadas, y tomando nota de las recomendaciones de los responsables de Cupra, sobre el papel, pocos secretos. Evitar los acelerones
bruscos, aprovechar los rebufos si es posible, y hacer una gestión adecuada del sistema de recuperación de energía.
Más allá del propio reto, el Tavascan es puro carácter, con una imagen deportiva y una cuidada aerodinámica que combinadas juegan un papel clave en su rendimiento. Su diseño se define a través de la singularidad de su frontal, con un capó tipo morro de tiburón dominado por unos característicos grupos ópticos formados por tres triángulos, la silueta con perfil cupé, así como el particular desarrollo de la zaga donde la iluminación vuelve a ser protagonista. Las llantas, en 19 pulgadas, también son parte importante del conjunto a la hora de vencer la resistencia al aire.
Al volante, la sensación es la de un coche sólido, bien asentado y con un excelente equilibrio entre deportividad y eficiencia. En este sentido, conserva toda la esencia de Cupra representada por una conducción precisa y una respuesta ágil, aún así, había que seguir ajustando y es que en nuestras circunstancias, cada kilovatio contaba.
Desafiar los límites de la eficiencia también obliga a llevar los cristales bien cerrados, prescindir del aire acondicionado o situar el selector de los perfiles de conducción en posición “Range” aprovechando así las ventajas del programa automático de regeneración de energía tal como nos aconsejaron. Y es que además del modo B que actúa como un freno nada más levantar el pie del acelerador, el sistema recurre a unas levas situadas detrás del volante para gestionar los cuatro niveles de retención del propio sistema regenerativo.
Al final del recorrido, la cifra de consumo promedio -17,71 kWh/100 km- demostró lo ajustado de este “challenge”. Mejorar la cifra oficial exigía una alineación perfecta entre conducción y control, ahí el Cupra Tavascan Endurence estuvo de diez. Sin embargo, y en la práctica, mantener una conducción eficiente sin penalizar supone un desafío también a las circunstancias del propio tráfico, convirtiendo en esta ocasión el ejercicio en toda una cruzada.
