Cuando parecía que la familia SUV de Volkswagen ya no tenía margen para crecer, la marca alemana sorprende con el lanzamiento del Tayron, un modelo que se posiciona estratégicamente entre el Tiguan y el Touareg. Con 4,8 metros de longitud y una generosa distancia entre ejes de 2,79 metros, en su desarrollo se ha priorizado el espacio y la versatilidad interior, ofreciendo la posibilidad de escoger entre versiones de cinco o siete plazas. Una propuesta pensada para cubrir un amplio abanico de posibilidades, subrayada por un enfoque práctico y familiar.
En este sentido se podría considerar como alternativa complementaria al Tiguan. A nivel de diseño tiene un cierto parecido, con una silueta algo más alargada y bien proporcionada que disimula bien su tamaño, en la que sobresale el diseño distintivo del pilar trasero con un embellecedor que separa visualmente el techo de la carrocería.
Tanto el frontal como la zaga incluyen sus particularidades a nivel estético que se evidencian aún más el acabado R-Line de nuestra unidad de prueba. Es el caso del diseño de los parachoques, la parrilla anterior y el difusor posterior. La firma de sus grupos ópticos LED y la línea luminosa que recorre todo el portón trasero son una representación de expresión compartida.
A bordo, a su gran habitabilidad, gracias también a la capacidad de ajuste longitudinal de la banqueta trasera, se añade una buena percepción de calidad. Los materiales están bien integrados y detalles como las molduras decorativas y la iluminación ambiental personalizable hacen de la cabina un lugar de lo más acogedor.
Pero si algo sorprende sobre el resto es el gran tamaño de la pantalla central que domina el salpicadero. Esta se complementa con un cuadro de instrumentos digital configurable desde el volante multifunción, así como con la presencia de controles táctiles para funciones básicas como el climatizador. Como en el Tiguan, el selector de marchas se reubica tras el volante, dejando libre la consola central, reservada ahora al mando giratorio encargado de seleccionar los diferentes modos de conducción o regular el volumen del sistema de sonido.
MOTORIZACIÓN A LA CARTA
Volkswagen ha diseñado el Tayron con una variedad de sistemas de propulsión que incluyen motores mild-hybrid (eTSI), híbridos enchufables (eHybrid), gasolina (TSI) y diésel (TDI). La versión que hemos probado equipa el motor 1.5 eTSI de 150 CV, asociada a un cambio DSG de siete velocidades. Se trata de la mecánica mild-hybrid que trabaja con un sistema eléctrico de 48 voltios y un alternador de arranque capaz de aportar hasta 18 CV en fases de aceleración o para mantener funciones auxiliares.
Lo primero que destaca es su suavidad. No es un coche con aspiraciones deportivas, pero si tiene un funcionamiento refinado, con una respuesta progresiva y una entrega de potencia suficiente que cumple con solvencia en cualquier escenario.
El sistema microhíbrido aporta su granito de arena en momentos clave, como la arrancada desde parado o en aceleraciones suaves, lo que se traduce en un consumo ajustado que según nuestra experiencia ronda los 7 l/100 km, lo que es todo un récord teniendo en cuenta sus dimensiones. La autonomía total, cercana a los 860 km, lo convierte en un perfecto aliado para quienes buscan no pasar a menudo por la estación de servicio.
El confort de marcha es otro de sus puntos fuertes y es que, orientado a ofrecer una experiencia cómoda y tranquila, se nos antoja una opción ideal para quienes buscan un coche familiar con buen desempeño, equilibrado en el comportamiento y de confort elevado.