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Un equipo de campeonato

  • Sacan 18 puntos a José Luis Barrios y Amaranto Martel en el provincial

Fue una de las imágenes del pasado Rally Ciudad de Telde: Ángel y Víctor Marrero haciendo los kilómetros finales de la primera pasada por Cuatro Puertas (TC3) con el capó de su Honda Civic Type R incrustado en el parabrisas. El susto, porque se quedó en eso, les hizo perder sólo una posición, aunque posteriormente los abandonos de Iván Armas y de Vicente Bolaños los dejó en una cuarta plaza que los mantiene al frente del Campeonato Provincial de Rallys de Las Palmas.

En los minutos que pasaron desde que llegaron al control stop de esa tercera especial y hasta que llegaron a la asistencia del Centro Comercial Las Terrazas, a 14 kilómetros de allí, su equipo lo tenía casi todo preparado para que los hermanos Marrero pudieran defender su liderato en el campeonato. En Miller Bajo, en la central del concesionario oficial Honda Juan Armas Canarias, se había localizado un Civic Type S y en cuestión de minutos ya estaba en Jinámar para intercambiar su parabrisas con el R3 de Ángel que venía de camino para entrar en el parque a las 11:30.

Puntual, tan pronto como pisa la asistencia del Autoescuela Reyes Rally Team, todos sus miembros se arremolinan en torno al coche. Hay prisa, hay tensión, pero cada uno se aposta en un punto sin estorbar al de al lado. Saben lo que tienen entre manos. A un lado, atento por si alguien necesita una mano, José Suárez, director del equipo, mira la escena inquieto, pero con una pequeña sonrisa en su rostro. Acaba de llegar con el coche cuya luna van a trasplantar al coche de carreras y antes de bajarse del coche el capó ya estaba fuera para empezar a extirpar el cristal. “Es increíble. Hace veinte minutos aquí no había nada. Ni una sola herramienta para cambiar un cristal. Ahora mira, todos saben qué y cómo deben hacerlo”. Es una sonrisa de orgullo.

Llegar a tiempo a Jinámar con el atasco que se ha formado en la autovía por culpa de un accidente ha sido milagroso, pero lo que le parece más asombroso a José es que al llegar, Juan Jucar ya tuviera toda la herramienta en la asistencia. Empezando porque él, que se encarga de todo lo que tiene que ver con la chapa y la pintura, sólo iba a hacer una visita de cortesía… “Me han dicho que venían hacia aquí cuando se han enterado por la radio de lo que les había pasado, y como el taller lo tienen aquí cerca, han dado media vuelta y se han traído todo esto”, afirma mientras rodea imaginariamente con su mano el despliegue que tiene delante.

Víctor mira inquieto el reloj. Al fondo, al lado del jefe de equipo e intercambiando sensaciones con sus mecánicos después de una primera sección complicada por culpa de la ligera lluvia de la mañana, Ángel no puede dejar de sentirse culpable. “Esta vez ha sido un error mío, un despiste. No enganché bien las trabas del capó y… Sólo espero que nos dé tiempo a salir y no tener que estar lamentándome toda la temporada de esto. Por eso y por lo que están haciendo. Parece un equipo del mundial”. Habla un piloto que ha mimado todos sus coches, que, como mucho, los ha marcado cortando más de la cuenta en una curva y que sabe que, primero que nada, está llevar a meta el coche sano y salvo.

En nada, el parabrisas agrietado deja su lugar mientras el nuevo, el del Civic Type S de calle espera atrás. El capó también se ha extraído y desde dentro del habitáculo se va quitando el marco de goma sobre el que se asienta el cristal, lo más laborioso de toda la operación, porque hay que cortarlo, limpiarlo, rodearlo de un adhesivo y, todo eso, contrarreloj. Porque el cronómetro de Víctor, el copiloto, va corriendo.

Faltan veinte minutos para salir hacia la segunda pasada por Los Picos-Cazadores, La Pasadilla y Cuatro Puertas. Llega el momento de mayor precisión. El marco está preparado para acoger el nuevo cristal y, con mucho cuidado lo posan sobre el marco mientras otros dos miembros del equipo van colocando a toda prisa los limpiaparabrisas. No hay tiempo que perder.

Ángel suspira resoplando porque aunque siguen los nervios, está claro que van a llegar a tiempo al control horario. A falta de quince no hay rastros del pequeño incidente. Sólo el capó, que se apuran en traer a cuatro manos a su sitio para acabar de montar mientras se dan los últimos retoques al marco del vano para asegurarse de que el pegamento ha hecho efecto. Todo está perfecto. Cruce de miradas y sonrisas cómplices. No aplauden porque a pesar de lo que han hecho, salvar el rally que los va a mantener líderes del Campeonato Provincial de Las Palmas de Rallys por lo menos hasta septiembre, cada uno siente que ha hecho su trabajo. Lo que debía. Ángel Marrero, que acabó cuarto absoluto por detrás de Toñi Ponce, Alfonso Viera y José Mari Ponce tenía claro al llegar a meta que habían hecho mucho más. “Hasta ahora pensaba que tenía uno de los mejores equipos del campeonato. Ahora no, ahora sé que son el mejor. Para ellos va este resultado”.

 

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