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Las cien victorias de Repsol Honda

  • Este domingo Casey Stoner logró elevar a cien el número de triunfos
  • Doohan, con 35 victorias y 4 títulos, sigue siendo el número uno

Si a principios del pasado mes de mayo repasábamos los cuarenta años que el logotipo de Repsol –en sus distintas versiones- ha adornado los carenados de motos de gran premio, menos de medio año después la petrolera española puede presumir de cien victorias al lado del que es su equipo franquicia, el oficial de Honda Racing Corporation (HRC). Este domingo, en Alcañiz, el australiano Casey Stoner ha logrado esta mítica cifra con la que la estructura japonesa se consolida como la más laureada de la era moderna del Mundial de Motociclismo.

Aunque como ya les hemos contado, la primera vez que Repsol vistió de arriba abajo una moto de carreras fue en la temporada 1990 con la Honda NSR 250 de Carlos Cardús, fue en 1995 cuando desembarcó en el equipo estrella de 500 cc, la categoría reina. A mediados de los noventa HRC ya había sentado las bases de lo que iba a ser una de sus etapas doradas. Su NSR 500 se convirtió desde la llegada en 1992 de los motores ‘big bang’ –con un calado de encendido distinto para domesticar la entrega de potencia de aquellos explosivos ‘dos tiempos’- la mejor moto de la parrilla. Sólo la terrible lesión que noqueó a su estrella Michael Doohan durante la segunda mitad de aquel año impidió que el australiano empezara a sumar títulos.

La lesión de aquel Gran Premio de Holanda (en Assen) en 1992 dejó tocado a ‘Mick’ prácticamente año y medio, pero cuando despertó del mal sueño en 1994, decidió recuperar el tiempo perdido. Su eclosión coincidió con la retirada forzosa de Wayne Rainey (Yamaha) a consecuencia de la lesión medular que le produjo su caída en Misano (1993) y con el declive de Kevin Schwantz (Suzuki). Sin el californiano y sin el tejano, el Mundial de Motociclismo afrontaba su era post marciana (así se denominó a los pilotos yankees que revolucionaron el campeonato entre finales de los setenta y principios de los noventa) y Doohan campó a sus anchas desde 1994 y hasta 1998.

El 26 de marzo de 1995 las Honda oficiales de Doohan, Álex Crivillé y Sinichi Itoh estrenaron en el circuito australiano de Eastern Creek esos colores que hoy, dieciséis años después siguen distinguiendo a las motos oficiales de HRC. La sociedad no tardó en dar sus frutos. Ese mismo domingo Doohan estrenaba la cuenta en un año en el que lograría su segundo título y un total de siete victorias. Aún habría que sumar una más, la de Álex Crivillé en el Gran Premio de Europa celebrado en Montmeló.

En la campañas siguientes el dominio del equipo Repsol Honda fue a más, pasando de apabullante a absoluto. En 1996 Doohan se llevó ocho más –además del título- y Crivillé se asentó como alternativa al australiano con dos consecutivas, las de Salzburgring (Austria) y la irrepetible de Brno (República Checa) por sólo dos milésimas. Diez victorias de quince posibles y en 1997… quince de quince. Doohan estableció su récord en doce –cayendo obviamente su cuarto campeonato-, Crivillé mantuvo sus dos triunfos anuales y se sumó el japonés ‘Taddy’ Okada, un fiel escudero además de un fantástico probador. El pleno de HRC no se ha repetido hasta la fecha en la era moderna del Mundial de Velocidad.

Aunque Honda y su NSR 500 siguió siendo, de largo, la mejor moto de la categoría máxima, pilotos como Max Biaggi o Carlos Checa quebraron –con NSR ‘satélites’- rompieron el monopolio del equipo oficial. Álex Crivillé repitió sus dos victorias y Mick Doohan firmó su quinto y último campeonato del mundo con ocho triunfos. El de Sidney se plantó en esas 35, aunque no porque quisiera. En 1999, durante los entrenamientos del Gran Premio de España, en Jerez, sufrió una dura caída al salir por orejas de su Honda y ya nunca volvió a competir en motos. Precisamente allí, en el circuito gaditano, tomaría el relevo su sucesor, el piloto que había aguantado sin rechistar a su sombra desde 1994: Álex Crivillé.

La temporada 1999 fue la suya. Seis victorias y, por fin, siete años después de llegar a 500 cc, el primer –y único- campeonato del mundo del catalán en esta categoría. Okada redondeó este nuevo éxito de HRC con sus tres últimos triunfos. Y en 2000… la nada. Crivillé, físicamente tocado a consecuencia de unos misteriosos desvanecimientos que le llevaron a colgar en moto dos años después, no volvió a ser el mismo y salvo en Le Mans (Francia), donde ganó su último gran premio, protagonizó una temporada muy gris. Sin la guía de Doohan, y con todo su equipo técnico al lado del novato Valentino Rossi, ni él ni Okada fueron capaces de estar con regularidad en esas primeras posiciones.

Si 1997 fue el año de mayor esplendor de la alianza Repsol-Honda, 2001 fue uno de los peores. Para empezar, fue una temporada en la que no se sabía con exactitud cuál era el verdadero equipo oficial: si el de las motos con el logotipo de la petrolera española de Crivillé y Tohru Ukawa o la decorada con el de Nastro Azzurro de Valentino Rossi… El año en blanco dolió, pero el cambio de ciclo de 500 a MotoGP y el hecho de que el italiano les fuera acompañar en el salto ilusionó, y con razón, a marca y patrocinador.

El de Urbino, aunque en Honda todavía escueza reconocerlo, fue un piloto muy importante en su historia reciente, entre otras cosas, porque su RC211V se erigió en la 990 cc 4T más rápida de MotoGP y porque con él recuperaron ese halo de equipo invencible. Entre 2002 y 2003 les dio veinte victorias más y dos títulos mundiales, además de un retorno publicitario como sólo habían tenido durante la ‘era Doohan’, ya que Valentino era el piloto con mayor tirón de todo el mundo. A efectos puramente estadísticos, en 2002 volvieron a estar cerca del pleno de triunfos, ya que Ukawa aportó uno más a la cuenta de HRC.

Pero la relación de amor se rompió y con la misma efusividad que empezó, se rompió en mil pedazos. La marcha de Rossi a Yamaha dejó un agujero tremendo porque con él se llevó a Jeremy Burgess y buena parte del personal técnico que había hecho de la pentacilíndrica RC211V una máquina perfecta. Además, en ese año 2004 ni Álex Barros ni Nicky Hayden –que ya había estado en el box de al lado de Rossi en 2003- estuvieron a la altura de las expectativas. Para más inri, las Honda satélite de Sete Gibernau, Max Biaggi y hasta Makoto Tamada se llevaron ese año siete triunfos, aunque el título sería para el enemigo, Rossi y la YZR M1 de Yamaha.

Al primer año en blanco desde 2001 le siguió otro muy parecido. En Japón ficharon a Biaggi, que después de dos temporadas fantásticas con un RC211V no oficial parecía ser el antídoto perfecto contra Rossi. Pero el italiano no sólo no funcionó sino que fue un absoluto fiasco. Sólo Nicky Hayden salvó los muebles con una pírrica victoria en el circuito de Sachsenring, en Alemania.

Después de dos campañas tan flojas, en HRC recibieron con los brazos abiertos al piloto que les había dado tres títulos –uno en 125 y dos en 250 cc- en los tres últimos años. El de Castellar del Vallés lo tenía todo para marcar una época y aunque el año de su debut en MotoGP no tenía obligación ninguna de luchar por el campeonato, los resultados llegaron tan pronto que todo era posible. Pedrosa ganó en la cuarta carrera del año, en Shanghai (China), pero el verdadero aspirante era otro y estaba frente a él en el box: Nicky Hayden. El de Kansas ganó en Assen y Laguna Seca, lo que unido a que fue año muy irregular para Valentino Rossi, que acabó dándole el título al de Honda por cinco puntos tras rodar por los suelos en el último GP del año, el de la Comunidad Valenciana. Era el primer título desde el que el italiano logró para HRC en 2003.

Hayden no volvió a ganar nunca más con Honda. En 2007 las 800 sustituyeron a las 990 cc y la RC212V jubiló la RC211V. Una moto más compacta y manejable que, se decía, le venía como un guante a Pedrosa. Pero ese año fue el de Casey Stoner y Ducati y el español sólo pudo ganar dos carreras en Alemania y Cheste. El dúo repitió en 2008, pero los resultados volvieron a ser discretos, con dos triunfos de Pedrosa en Jerez y Montmeló.

Ya por entonces, el joven barcelonés empezó a ganarse la fama de ‘pupas’ del campeonato. Desde que llegó 2006 era, de largo, uno de los mejores pilotos de la parrilla de MotoGP, pero por una u otra razón –casi siempre una inoportuna lesión- lo lastraban sin remedio. En 2009 volvió a suceder, esta vez, por un accidente durante la pretemporada que lo dejó KO durante los primeros grandes premios. Su primer triunfo llegó en Laguna Seca (EE.UU.) y repitió en el Circuito Ricardo Tormo de la Comunitat Valenciana. Su nuevo compañero de equipo, el italiano Andrea Dovizioso, elevó a tres las victorias de Repsol-Honda ese año al hacer lo propio en Donington Park (Inglaterra).

La campaña pasada, la de 2010, volvió a ser frustrante para el equipo oficial HRC. Pedrosa, que rompió la media con tres victorias en Mugello (Italia), Indianápolis (EE.UU.) y Misano (San Marino), se fracturó una clavícula al caerse durante los entrenamientos del Gran Premio de Japón,

en Motegi. Ya entonces se sabía del fichaje de Casey Stoner para la presente campaña. De nuevo un australiano, campeón del mundo en 2007 con Ducati, llevando una Honda oficial envuelta con los colores de Repsol. En principio sonaba bien, pero faltaba ver qué tal funcionaba el invento de tener a tres gallos como Pedrosa, Dovizioso y Stoner en un mismo box. Y sobre todo, si en Japón recuperaban la supremacía técnica que tuvieron en los inicios de MotoGP, allá por la temporada 2002.

A partir de aquí hay ya poco que contar porque ya lo saben. El invento no sólo ha funcionado sino que ha arrasado. La lluvia de triunfos y podios no ha parado desde que el mundial arrancó en Catar el 20 de marzo. Pedrosa, de nuevo a remolque en el campeonato por una desafortunada acción de Marco Simoncelli en Le Mans, lleva dos triunfos –catorce en total como piloto Repsol-Honda- y Stoner acumula ocho. Hoy domingo, más de 16 años después de que Doohan le diera a la multinacional española su primera victoria en la categoría reina del Mundial de Velocidad, ha logrado en el Gran Premio de Aragón la que hace cien. Un triunfo que confirma esta longeva pareja formada por Repsol y Honda como uno de los equipos más importantes y exitosos de la historia del motociclismo, con ocho títulos mundiales al que, dentro de unas semanas, se sumará uno más.

 

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