Nos toca ser comisarios

  • En seguridad, mejor pecar por exceso que por defecto

La vida es tan preciosa, tan maravillosa, tan enriquecedora, tan mágica y tan sorprendente que ninguna debería perderse en plena juventud, que es justo cuando te quedan muchas cosas por descubrir. Nadie sabe cuándo es el momento correcto para dejar este mundo, pero lo único cierto es que todos preferiríamos morir de forma natural a una avanzada edad y después de una larga vida llena de experiencias enriquecedoras. A poder ser, claro está.
 
Digo todo esto por el recuerdo y mal cuerpo que a todos nos dejó y a muchos aún nos dura la reciente muerte de Alejandro Solana en la pasada Subida Valle Jiménez Tabares, cita celebrada en el municipio de La Laguna (Tenerife). Desafortunadamente nada podemos hacer ya por él, por desgracia, pero sí debemos sacar todas las lecturas que el accidente nos dejó para que nos sirvan de ayuda para poder decir que ojalá la suya fuera la última muerte en nuestro automovilismo. Sabemos que no es fácil, pero el dolor por su pérdida nos debe mostrar el camino para evitar que algo así de lamentable se vuelva a repetir.
 
Quién más y quién menos hemos estado en sitios donde no debíamos cuando se ha celebrado una prueba del motor, pero unos hemos contado con la suerte de cara y otros no. Por eso, los que nos hemos llevado uno de esos sustos que nunca se olvidan sabemos de lo que hablamos. Y por eso nos ponemos de los nervios cuando otros se colocan en donde no deben sin respetar las observaciones de los comisarios poniendo en serio peligro su integridad física y las retinas de terceros. Todos debemos ser comisarios a tiempo completo una vez que pase el último coche de seguridad porque sabemos que la gente se suele ubicar exactamente en el mismo sitio del que minutos antes les habían obligado a quitarse. Entiendo que no es nuestra labor y que no estamos legitimados para ello, pero en lo que a la seguridad se refiere, más vale pecar por exceso que por defecto. Los rallies tienen su peligro y entre todos podemos hacer un esfuerzo con nuestro granito de arena para tratar de minimizar en todo lo posible sus riesgos y evitar situaciones trágicas.

Entiendo que hay una mutación del mal llamado ‘aficionado’ que está en expansión y que es de muy difícil control. Un tipo de público a quien poder decirle lo que tiene que hacer te puede acarrear más problemas que beneficios. Pero para eso están los profesionales a los que se les puede indicar las conductas incorrectas de estos para mí desconocidos ‘amantes del motor’ y sí extraterrestres especialistas en liarla parda, y a los que les gusta todo menos el motor… En la Subida a Tamaimo tocó sufrir a este detestable especimen que, por desgracia, no se extingue y sí se multiplica con facilidad. Muchos ven las diferentes modalidades del motor como una prolongación de sus fechorías nocturnas, y eso no se debe permitir bajo ningún concepto.

Concluyendo, que no debemos tomarnos la seguridad a broma porque la pérdida de una sola vida es mucho. Cambiemos, mejoremos y crezcamos para poder seguir disfrutando de nuestro deporte sin que sea señalado y martirizado por terceros que se puedan llenar de razones con nuestros errores. No olvidemos que cuando un coche alcanza a un espectador casi siempre suele estar mal situado. Toda precaución es poca, y pruebas tenemos a pares.

 

Autor
Rafa León
Es periodista de Cadena Ser Las Palmas, diario AS y Automovilismolapalma.com. El motor es una de sus grandes pasiones junto al fútbol y baloncesto.
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