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Suzuki Jimny, contra viento y marea

  • Su construcción sigue los parámetros propios de un todo camino
  • Los neumáticos, aunque de perfil alto, favorecen un uso combinado

Lejos de dejarse influenciar por modas más o menos pasajeras Suzuki ha optado por aferrarse a la filosofía original que ha definido la trayectoria de éxito de un modelo que apunto está de cumplir cincuenta años.

Todo es nuevo en el Jimny y si bien se mantiene fiel a su herencia, incluso mejorando sus capacidades como todo terreno, es cierto que se muestra mucho más cercano a otro tipo de público gracias a su particular diseño y al despliegue de toda una serie de innovaciones más propias de ambientes urbanos, carreteras o autopistas.

A nivel estructural no lo parece. Su construcción sigue los parámetros propios de un todo camino en esencia, es decir, carrocería elevada con amplios ángulos de ataque y salida, y parachoques, estribos laterales y pasos de rueda bien protegidos para minimizar los daños por roces y salpicaduras. Todo ello sobre un chasis en escalera, con largueros, dos ejes rígidos y refuerzo en forma de ‘equis’.

Sin embargo y a partir de aquí cede algo de terreno. Los neumáticos, aunque de perfil alto, favorecen un uso combinado, mientras la suspensión (delantera Mc Pherson y la trasera de tres puntos con muelle helicoidal) aún siendo de largo recorrido, se muestra suficientemente firme y cómoda para rodar sobre el asfalto.

La voluntad de extender su atractivo a un grupo más amplio de usuarios se resuelve dotándolo de las herramientas propias de un utilitario al uso. No faltan, por tanto, detalles como los faros con luces Full LED o un amplio paquete de ayudas activas a la conducción como la alerta de cambio involuntario de carril, la función de aviso anti-zigzagueo o un sistema que evita o al menos minimiza las consecuencias de las colisiones por alcance (Dual Sensor Brake Support) a velocidad reducida. A estas se añaden el asistente de luces y el sistema de reconocimiento de señales  lo que sumado a sus clásicas dimensiones (3,48 metros de largo x 1,65 m. de ancho x 1,72 m. de altura) procuran una base más que propicia a la hora de desenvolverse en entornos cotidianos.

El interior mantiene su configuración clásica aunque ese toque nostálgico y ciertas reminiscencias a elementos del pasado se transforman en una ambientación sencilla y actual a la que no le faltan detalles de última hornada. La versión ‘Mode 3’ que hemos probado para NEOMOTOR, la más completa, cuenta con pantalla de infoentretenimiento en el que se integra el sistema de audio, el navegador y el asistente de conectividad para el teléfono móvil. A continuación se sitúa  el climatizador, más abajo la botonera para el control de funciones como los elevalunas eléctricos y la activación/desactivación del control de estabilidad y el de control de descenso, y a continuación las tomas USB y la de corriente de 12 voltios.

El cuadro de instrumentos está formado por dos grandes esferas independientes enmarcadas por un perfil cuadrado en una recreación al más puro estilo del clásico ‘Samurai’, separadas ambas por un display de información. Otra de las expresiones de los todo terrenos originales es la distribución del túnel central compuesto por la varilla del cambio de velocidades, la palanca para el cambio de tracción y el freno de mano.  

El habitáculo es confortable, incluso generoso en el caso del espacio para los hombros y piernas de conductor y pasajero. Sin embargo y a pesar de contar con cuatro plazas, las dos posteriores son casi testimoniales al igual que la capacidad del maletero (85 litros). La ordenación más práctica es con los respaldos traseros abatidos en la que el volumen de la zona de carga crece hasta los 377 litros y en las que las anillas debajo de las ventanillas traseras y las argollas para anclar el equipaje pueden desarrollar su función. El acceso  a la zona de carga es sencilla y se realiza mediante un portón de apertura lateral que como dicta la tradición lleva anclada a la espalda la rueda de repuesto.

En resumen, un coche diferente, sin grandes pretensiones en términos de prestaciones aunque  con una apariencia y estilo con el que es difícil pasar desapercibido. Fuera del asfalto no tiene parangón, un aventurero con mayúsculas  al que no le dan miedo los retos.

Ágil sin excesos

Tres son las versiones disponibles –JX, JLX (con caja automática) y Mode 3- y su precio parte desde 17.600 euros (Mode 3 desde algo más de 21.000 euros). Todas se asocian a una única motorización, el propulsor de 1.3 litros de la generación anterior ha sido sustituido por el 1.5 litros que desarrolla una potencia de 102 CV y ofrece una cifra mayor de par máximo (130 Nm) en toda la curva de revoluciones, especialmente a bajo régimen. La transmisión en nuestra unidad de pruebas es manual de cinco velocidades.

Aquí es donde sale a relucir su diferencial con los que teóricamente son sus rivales directos. Y es que si bien el funcionamiento es correcto salen a relucir aspectos que realmente distancian al Jimny de un crossover convencional. Para entender esta cuestión hay que partir de la premisa de que estamos ante un todo terreno de raza con ínfulas de urbanita.

Ello se aprecia en el corto desarrollo del cambio, en la actuación de la dirección y en cómo se transmite el rumor del motor cuando se le exige más de lo necesario algo que ocurre con frecuencia cuando se asciende por una carretera de montaña. Al contrario, el ruido se desvanece o apenas se hace perceptible cuando circulamos por autopista a velocidad constante o en ciudad llevando la posición del cambio en su justa posición.

Las reacciones en carretera están en sintonía y sin bien fuera del puesto de conducción podría parecer que inclina en exceso, la sensación de aplomo es total ciñéndose con cierto contoneo a la trazada.

Sin rival

El Jimny pertenece a una categoría casi en vías de extinción. Si podría decir que es el eslabón perdido de lo que un día fue coto exclusivo de algunas marcas con larga tradición todo terreno y que hoy, empujadas por las tendencias del mercado, disfrazan algunas de sus propuestas para adaptarlas a este nuevo escenario. Eso convierte a nuestro protagonista en un modelo único con unas aptitudes para el fuera de carretera absolutamente sorprendentes.

Incorpora una caja transfer que traslada el par a las ruedas traseras (posición 2H), a las cuatro ruedas (4H) o las cuatro ruedas con reductora (4L). Este último transfiere más par a las ruedas en marchas bajas para conseguir mejor tracción en ascensos empinados y terrenos especialmente abruptos donde se desenvuelve como pez en el agua. Su desempeño en situaciones donde hay pérdida de tracción permite redistribuir el par diagonalmente para que el vehículo continúe su trayectoria y salir de situaciones difíciles.

 Añade a la tracción total y la reductora, el sistema de control de descenso facilitando la operación de precipitarse por laderas empinadas a velocidad constante. La guinda lo conforman el chasis y las suspensiones de eje rígido ideales en conducción off road. Sus aptitudes se demuestran en terrenos escarpados donde las piedras y montículos son una constante al proporcionar un gran equilibrio. En pistas se torna incluso más divertido, tiene un agarre excepcional, desliza con pericia y la suspensión copia con maestría las pequeñas irregularidades del terreno y los pequeños baches.

 

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