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Honda invoca el espíritu de la RC213V

  • Su proximidad con el prototipo de MotoGP es considerable
  • Bautista es el elegido para hacer de ella una moto campeona

Cuando en Japón algo se convierte en una cuestión de honor, siempre hay que dar por hecho que no se escatimarán medios ni esfuerzos para conseguirlo. Honda, acostumbrada a reinar en mercados y campeonatos, lleva años ansiando el título del Mundial de Superbike. Escuece en Tokio, donde está la sede de la marca del Ala Dorada que en los más de treinta años de historia de este certamen sus motos hayan conquistado apenas seis títulos y que haga ya casi trece años del último que obtuvo el británico James Toseland.

También pica que sean sus vecinos de Akashi, Kawasaki, los que hayan sido capaces de encadenar la racha más prolongada de títulos (cinco) con otro británico, Jonathan Rea, a lomos de su ZX-10RR. Así que, para acabar con ese dominio y para plantar cara a las Ducati y Yamaha, Honda ha querido crear el arma definitiva. Una moto superlativa que se mira en el espejo de la RC213V que está marcando una época en el otro mundial: el de MotoGP.

No es la primera vez que Honda lanza una ofensiva para reconquistar este campeonato de motos derivadas de serie, pero esta vez –y siguiendo el ejemplo de Ducati y su Panigale V4 R– la proximidad de su nueva CBR1000RR Fireblade al prototipo de MotoGP es considerable. Tanto, que ha añadido una tercera R a su nomenclatura.

Algunas de las soluciones técnicas que emplea la CBR1000RR-R SP ya las estrenó la RC213V-S, la exclusivísima versión de calle de la moto de Marc Márquez que Honda lanzó en 2015 con un precio cercano a los 200.000 euros. Una de ellas es el motor de cuatro cilindros en línea, que conserva la misma configuración cuadrada (81 mm de carrera y 48,5 mm de diámetro) y que incorpora tecnologías para mejorar su eficiencia y reducir la fricción, así como bielas de titanio y pistones de aluminio forjado. Se surte de aire presurizado a través de la toma frontal cuyo tamaño es idéntico al de la RC213V de Marc Márquez y cuenta con una nervadura antiturbulencias.

Sus 214 CV de potencia a 14.500 rpm hacen indispensable la inclusión de una serie de dispositivos y asistentes. Algunos –como el Control de Par Seleccionable (HSTC) en nueve niveles, el Control de Potencia o el de freno motor–, enfocados a domesticar su comportamiento y hacerlo asumible para pilotos de distinta condición; otros, hechos para su aprovechamiento en circuito, el verdadero medio natural de esta súper deportiva. Es el caso del modo de arrancada, el control ‘anti wheelie’ o el cambio rápido.

Como en las motos de competición, es determinante la adopción de una Unidad de Medición Inercial (IMU) de seis ejes y –mucho más común– del acelerado electrónico. La información que proporciona la IMU multiplica la efectividad de estos sistemas, así como de las suspensiones Öhlins con control electrónico (S-EC) de segunda generación y tres modos individuales personalizables o el amortiguador de dirección, también electrónico (HESD).

Esta CBR también llega más lejos que ninguna otra componente de la saga en cuanto a sofisticación aerodinámica. Las lecciones obtenidas por HRC, el departamento de competición de la marca japonesa, en MotoGP se materializan en una serie de soluciones –especialmente visibles en los laterales del carenado– implementadas en su carrocería para incrementar el nivel de ‘downforce’. La posición de conducción también ha sido rediseñada para mejorar este factor.

Más allá del equipo de suspensiones, su bastidor se basa en un chasis de aluminio de tipo diamante completamente nuevo y un basculante que, como el de la RC213V-S, es más largo de lo normal. Con esta solución estructural, los ingenieros de Honda buscan un equilibrio entre rigidez, agarre de ambos trenes, distribución de peso y el tacto, además de ayudar a gestionar la entrega de potencia del propulsor.

Honda también ha tenido que vitaminar el equipo de frenos. Los delanteros emplean unos discos de mayor diámetro (330 mm) y unas nuevas pinzas Brembo Stylema de cuatro pistones. Y para poderle parar los pies a esta bestia en circuito, el ABS es ajustable.

La pantalla TFT de cinco pulgadas es totalmente personalizable y se opera mediante un interruptor de cuatro modos en la piña de mandos izquierda. A pesar de su carácter radicalmente deportivo, Honda no le niega elementos de equipamiento tan funcionales como la llave de proximidad.

En su versión de carreras, HRC ha confiado la CBR1000RR-R a Álvaro Bautista y Leon Haslam. El talaverano, que el pasado año ya estuvo a punto de dar la campanada en su primera temporada en SBK con Ducati, capitanea este proyecto cuyo único objetivo es conquistar, más pronto que tarde, el título.

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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