Los aires escandinavos aportan frescura a esta categoría cada vez más rebosante de alternativas. ¿Su guión? El diseño puro y de líneas rotundas tan propio de esas latitudes, un interior a prueba de los más exigentes y un equipamiento de seguridad extraordinario.
Entiéndase extraordinario como fuera de lo común. Porque incluso en este territorio, el premium, no es habitual que, de serie, un SUV compacto se haga con un aviso de colisión frontal capaz de detectar peatones y ciclistas y que, además, frena de manera autónoma si la situación lo requiere. Volvo clava su bandera por primera vez en este segmento y, por supuesto, presume de un arsenal de dispositivos ya empleados en sus series 60 y 90.
El XC40 es uno de esos coches que, por su diseño, requiere tener muy presentes sus medidas para ponerlo frente a frente con sus rivales. Mide 4,42 metros, es decir, casi idéntico a un Mercedes-Benz GLA y es ligeramente mayor que el BMW X1, el Range Rover Evoque, el Audi Q3 o que otro recién llegado: el E-Pace de Jaguar. Hablamos, por tanto, de la planta noble de los SUV. La crème de la crème.
Frente a sus contendientes alemanes o británicos, el XC40 presume de estilo basado en la escuela de diseño escandinava y sus líneas puras y sencillas. La actualización de la clásica calandra, los faros con la luz diurna en forma de T horizontal (el famoso ‘Martillo de Thor’) y la característica zaga de la marca, no dejan lugar a dudas de la denominación de origen de este coche que no ha podido entrar con mejor pie: Coche del Año en Europa (el primero en la historia de Volvo) y una demanda desbordada que ha obligado a redoblar turnos en las fábricas en las que se produce.
Un interior muy estudiado
El éxito de un modelo no suele ser casual, y menos en el universo premium. ¿Qué aporta el XC40? Pues, además de ese estilo propio que cuenta mucho cuando hay que distinguirse, un confort considerable, un equipamiento de diez y, para qué negarlo, un interior que mola. No es el primero que sustituye el cuadro de instrumentos por una gran pantalla digital de 12,3’’ o que hace girar todo el sistema de infoentretenimiento alrededor de una pantalla táctil. Ni siquiera el primero en darle un formato vertical como una gran Tablet. Pero sí se percibe en este modelo un esfuerzo por racionalizar la distribución del espacio e incluir multitud de pequeñas soluciones que hacen su uso más sencillo.
Y no es una sensación. Los diseñadores de Volvo han tenido muy presente lograr un orden en cabina y para ello estudiaron cómo suelen guardar sus pertenencias los usuarios. De ese estudio surge el gancho extraíble de la guantera para poder colgar pequeñas bolsas o un maletero que tiene la practicidad de un mueble sueco. Su fondo se puede levantar y convertirse en un separador para distribuir la carga evitando que se deslice en marcha.
Pero hay más. El clásico altavoz de las puertas se sustituye por un subwoofer ventilado en el salpicadero (el primero de estas características) y así, ese espacio se gana para poder guardar un portátil, una tablet o tres botellas. Hay zonas de almacenamiento bajo los asientos delanteros, ranuras para tarjetas, y huecos para cables. Incluso los pequeños deshechos y envoltorios tienen su sitio: una discreta papelera extraíble en la consola central.
Si a eso le sumamos una ejecución exquisita de los materiales, se entiende que la sensación a bordo no pueda ser más agradable. En esta versión no hay plásticos duros ni superficies desagradables al tacto alrededor del conductor. Hay gomas mullidas, fieltro natural y cuero. El embellecedor del salpicadero también evita los acabados más previsibles y repetitivos y la terminación de los difusores de aire, además de original, es exquisita.
La funcionalidad sueca también tiene otro efecto positivo en la conducción más allá de esos guiños a sentidos como el tacto, la vista o el oído. La gran pantalla táctil vertical concentra la inmensa mayoría de controles de los dispositivos de entretenimiento, información, ajustes del vehículo e incluso climatización. Los únicos mandos encuentran su sitio en el volante y bajo la pantalla táctil.
Sobriedad al volante
La sensación de ‘limpieza’ del puesto de conducción es aún mayor porque el controlador del cambio automático de ocho velocidades es una pequeña palanca que, a modo de joystick, permite seleccionar marcha atrás, punto muerto y directa, además de una posición manual. Una vez te acostumbras a la dinámica de activar una u otra a base de pequeños golpecitos, lo único mejorable es el control de ese modo secuencial (derecha e izquierda para bajar o subir marcha) que se hace antinatural.
A la hora de ponerle nota en su comportamiento sobre la carretera, hay que volver sobre nuestros pasos y tener presente cuáles son sus rivales. Las marcas alemanas premium se han apropiado del término ‘deportivo’ sea cual sea el ámbito en el que están presentes. Incluso el de los SUV. En la eterna disyuntiva entre un talante más confortable o más deportivo, Volvo, por lo menos en esta versión con chasis dinámico, se decanta con claridad hacia el primero. Si hay una palabra que lo define al volante, ésa es sobrio.
Es una delicia conducirlo por autopista porque es ahí donde el excelente aislamiento acústico y la comodidad de sus suspensiones imponen su ley; si toca coger curvas, por supuesto que se presta, pero peca de ese subviraje tan común en este segmento.
Además, es a velocidad de crucero donde se puede disfrutar de verdad de todos los asistentes que ofrece esta versión. El motor D4 diésel de 190 CV tiene potencial para lo que le pongan por delante sin incurrir en unos consumos excesivos. Todo lo contrario. Incluso en esta versión con tracción total, la marca anuncia una media de cinco litros cada 100 km, cifra de la que nos quedamos lejos cuando nos desviamos en busca de pendientes y curvas pero que no es ni mucho menos descabellada.
Segurísimo
Imposible hablar de seguridad en este modelo y no incurrir en una retahíla de sistemas y dispositivos. Tiene tantos el Volvo XC40 que incluso en su terreno, el de los crossover de lujo, puede presumir de ser uno de los mejor dotados. El Pilot Assist, el control de crucero adaptativo, es fácil de activar y de controlar mediante el mando del volante. Además, en una de sus posiciones hace que entre en escena la ayuda a la permanencia en carril que nos asiste a la hora de mover la dirección para no salirnos de las líneas. Que nadie juegue a hacer del Pilot Assist un piloto automático porque si en pocos segundos no se ponen las manos en el volante, se desactiva.
Siendo un Volvo, uno de los dispositivos estrella es el City Safety, un aviso de colisión frontal con capacidad para frenar de forma autónoma ante el riesgo de colisión con otro vehículo, un ciclista e incluso un peatón. También la alerta de cruce dispone de freno automático. La cámara de 360º nos ha parecido especialmente efectiva en este modelo, ya que la visión a través de la pantalla de 9’’ es impecable y, en caso de querer ver con más detalle algún punto en caso de duda, permite elegir una de las cámaras que proporcionan esa visión general. Dice Volvo que muchas de estas tecnologías tienen como fin reducir la carga cognitiva a la que se ve sometido a diario el conductor.