Después de que la categoría WRC2 se le haya quedado pequeña, Robert Kubica va pidiendo una escalera con la que poder seguir subiendo peldaños en esto de los rallies. No ha tenido que esperar mucho porque en la próxima –y última– prueba del mundial, el Rally de Gales, el polaco va a ponerse por primera vez al volante de un DS3 World Rally Car oficial.
No será ni mucho menos su estreno con un WRC, pero si dentro de un equipo de fábrica y con la comparación de los pilotos que han estado conduciéndolo con asiduidad a lo largo de la temporada. Con Yves Matton obsesionado por revolucionar el equipo Citroën para 2014, den por hecho que al más mínimo destello de calidad de Kubica tendrá una oferta en firme para ser oficial en 2014.
De momento lo único cierto es que esos cantos de sirena que, a lo largo del último año, venían desde los glamurosos boxes de la Fórmula Uno parecen haberse extinguido. Robert parece haber encontrado la paz en este campeonato, un lugar en el que calmar sus ansias de adrenalina, velocidad y riesgo. Y también de éxito. A pesar de sus limitaciones físicas, es un hecho que con un coche de rallies puede ganar campeonatos de índole internacional y si a principios de año parecía que incluso en ERC le podía venir grande, sólo seis meses después es obvio que más bien es el RRC el que se le ha quedado pequeño.
Sea así o no, Kubica aún sigue paladeando el dulce sabor de la victoria, aunque no es un piloto muy dado a grandes excesos. “De hecho, realmente no llegué a celebrar mi victoria en el Gran Premio de Canadá de 2008, así que no hace falta que esperéis grandes demostraciones por mi parte”, avisa el ex de equipos como BMW Sauber o Renault en la F1. “Si la gente se alegre porque yo haga buenos resultado, entonces yo me alegro por ellos”, sentencia.
El del título de WRC2, la categoría de plata del mundial, pero también su nuevo triunfo –el quinto en siete participaciones– en el Rally de España Cataluña. Con unos números así de rotundos es inevitable pensar que, quizá, el polaco se haya paseado en esta primera temporada como piloto de rallies de pleno derecho. Robert responde: “Puede que penséis que este resultado ha sido fácil, pero puedo aseguraros que ha sido difícil de principio a fin. Cuando empecé en Portugal, era mi primer rally de tierra y tenía que encontrar la respuesta a cientos de preguntas. Luego cada prueba era completamente distinta de las anteriores, incluyendo sobre asfalto”, afirma el piloto de Citroën, que si bien en el ERC no consiguió terminar en ninguna de sus participaciones por salida de carretera o avería, en el mundial sólo necesito dos intentos antes de vencer en el Rally Acrópolis.
Kubica es la muestra más fehaciente de que los pilotos están hechos de otra pasta. Tras su accidente que a punto estuvo de costarle un brazo o, aún peor, la vida, no sólo se ha repuesto con importantes secuelas sino que, además, está al nivel de los mejores. Por lo menos en WRC2 o en el ERC. Precisamente todo ese sufrimiento es el que va a hacer que cuando Robert rememore esta temporada en un futuro, lo haga con cariño y una cierta sensación de satisfacción. “Recordaré especialmente la forma en la que he mejorado y cómo he progresado sobre tierra a pesar de los límites que me impone mi brazo. Aún me queda mucho trabajo por delante para estar totalmente satisfecho, porque soy muy exigente conmigo mismo”. Siendo así, prepárense porque seguro que en Gales no irá a pasearse...
