A Opel no hay ecuación ni equis que se le resista. Su oferta crossover pivota sobre la antepenúltima letra del abecedario y tres alternativas de menor a mayor tamaño: Crossland X, Mokka X y Grandland X. Hoy ponemos la lupa sobre el primero de ellos, un modelo que dentro siempre de los patrones de la estética todocamino, hace del ámbito urbano su medio ideal.
Con una longitud total de 4,21 metros, el nuevo Crossland X es 16 centímetros más corto que un Astra, circunscribiéndose por tanto en unas cotas propias del segmento B, el de los utilitarios. Sin embargo, sus 10 centímetros más de alto hacen factible, junto con un inteligente uso del espacio, que el habitáculo sea mucho más aprovechable que, por ejemplo, el de un Corsa. Como en todo crossover, los asientos tienen una posición dominante sobre la carretera, lo que se traduce en un plus de visibilidad.
La amplitud es algo que va mucho más allá de una sensación en este coche. Un dato: su maletero, de 410 litros de capacidad, es el líder en su clase. Los ocupantes de las plazas traseras pueden desplazar hacia atrás su asiento 150 milímetros para ganar espacio para las piernas; también se pueden adelantar para incrementar el volumen del maletero hasta los 520 litros. Como en otros Opel, los asientos delanteros pueden ser especiales con certificación ergonómica.
Como mandan los cánones germanos, el cuadro de instrumentos y la consola central están estructurados de forma horizontal y, como centro de impacto visual, la pantalla táctil a color de 8’’ del sistema de infoentretenimiento Navi 5.0 IntelliLink compatible con Apple CarPlay y Android Auto, además de apoyarse en un sistema de sonido de alta fidelidad. Con este dispositivo multimedia el Crossland X también accede a la carga inalámbrica de teléfonos inteligentes. A caballo entre la conectividad y la seguridad, el Crossland X es otro de los modelos a los que Opel proporciona el sistema OnStar.
A la vista, el Crossland X es un Opel de los pies a la cabeza. La parrilla prominente, el rayo, las luces diurnas en forma de doble ala y las marcadas líneas laterales son todo rasgos marca de la casa alemana; otros, como el techo flotante que asciende hacia la parte trasera y el contorno cromado de las ventanillas conectan este modelo con otra joven incorporación a la gama: el Adam.
Como en ese segmento B, el Crossland X también hace de la personalización uno de sus puntos fuertes. Techo y llantas dan pie a combinaciones bicolor con las que explotar esa singularidad; sus genes todocamino emergen en el contorno de los bajos protegidos con una moldura oscura en la que se integran otro protector de aspecto metalizado en frontal y zaga.
El Crossland X es también tecnología al servicio del conductor con dispositivos como el Sistema de Iluminación Adaptativa AFL con tecnología LED, la Pantalla de Proyección (Head-up Display) y la Cámara Panorámica de visión trasera de 180 grados, junto con el Asistente Avanzado de Aparcamiento, la Alerta de Colisión Frontal con Detección de Peatones y Frenando de Emergencia Automática1), Aviso al Conductor por Somnolencia, el Sistema de Mantenimiento de Carril, el Asistente de Señales de Tráfico y el Sistema de Alerta de Ángulo Muerto. La versión más equipada del Crossland X es la Excellence y recoge los dispositivos y sistemas más avanzados.
En motores, el Crossland X es un verdadero adelantado a la incorporación de Opel al Grupo PSA, ya que todas las alternativas, las tres gasolina y las dos diésel, son de origen Peugeot/Citroën: los 1.2 de 82 CV y 1.2 Turbo de 110 y 131 CV en gasolina; y los 1.6 de 99 y 120 CV diésel, con cambios manuales de cinco o seis velocidades y una automática de seis. A diferencia del Mokka y volviendo a ese enfoque más urbanita y asfáltico, el Crossland X sólo está disponible en versiones con tracción delantera.