Cualquier recomendación es poca cuando nos ponemos a los mandos del vehículo. Las vacaciones, el sol y las altas temperaturas invitan al relax sin embargo estas condiciones pueden influir negativamente traduciéndose en falta de atención si nos disponemos a realizar un largo viaje con nuestro coche.
Fatiga, disminución del 10 por ciento de la atención así como de la asimilación de información y agudeza visual son los efectos que según la fundación CEA, más inciden en el conductor cuando el calor más aprieta. Situaciones que se convierten en sensación de cansancio, somnolencia o calambres en las piernas.
Cuando la temperatura del habitáculo alcanza los 30° C, se incrementan en un 20% los errores en la conducción y en un 22% el tiempo de reacción del conductor, siendo comparable a conducir con 0,29 gr/l de alcohol en sangre, según estudios realizados en Alemania.
Para poner remedio a estas situaciones, la fundación CEA apunta una serie de acciones que ayudan a contrarrestar sus efectos como bajar todas las ventanillas del coche para igualar la temperatura interior a la exterior antes de iniciar la conducción. Además se aconseja realizar una adecuada ventilación del vehículo durante el viaje y regular el aire acondicionado hasta una temperatura máxima de 24°C.
El calor puede alterar la capacidad de reacción del conductor, que debe vigilar la vía y no distraerse durante la conducción. Si quiere comer, beber o hablar con el móvil, debe hacerlo mientras para a descansar. También se deben buscar las horas de menor radiación solar -mañana o atardecer-, y hacer paradas periódicas cada 200 km o 2 horas.
Es conveniente ingerir una alimentación ligera, rica en proteínas y vitaminas, evitando las comidas grasas y el conductor debe vestir ropa cómoda y holgada, además de llevar un calzado que sujete adecuadamente el pie.
Cuando el conductor perciba síntomas de fatiga o somnolencia, debe parar el vehículo para descansar o dormir y por supuesto no consumir absolutamente nada de alcohol si se va a conducir: disminuye los reflejos, crea una sensación de euforia y una falsa seguridad, incluso en sus niveles más bajos.