COCHES
Prueba

Volkswagen T-Roc: Apuesta acertada

  • En Wolfsburgo tienen la habilidad de clonar virtudes en sus coches
  • Perfecta sintonía entre el cambio DSG7 y el motor 2.0 TSI de 190 CV

En la partida de los crossovers más urbanos, a Volkswagen le faltaba enseñar su carta. No ha jugado mal la marca alemana con el T-Roc del que hasta ahora sólo habíamos podido alabar su diseño. Ahora nos hemos subido en él para comprobar que es algo más que una cara bonita y exótica dentro del catálogo del fabricante de Wolfsburg.

El T-Roc es otra demostración de que Volkswagen ha desarrollado la habilidad de clonar en todos sus modelos una serie de virtudes dejando al mismo tiempo un margen para plasmar sobre la carretera un cierto temperamento. Se percibe la robustez del Golf, la frescura del Polo y, por supuesto, los aires de libertad del Tiguan. En esa suma, el T-Roc es distinto entre los suyos y también entre sus rivales. 

Antes de enumerar todas esas virtudes, una aclaración importante: esta versión es el no-va-más en la gama T-Roc. No hay ninguna superior en términos de equipamiento (Limited Edition), motorización (2.0 TSI) y transmisión (cambio de doble embrague DSG de siete velocidades con tracción total 4Motion), así que las sensaciones no han podido ser mejores.

Empezando por su motor, que está en el vértice de toda la gama con 190 CV de potencia y un par máximo de 320 Nm desde las 1.500 y hasta las 4.180 rpm. A pesar de ser un ‘dos litros’ y de su poderío, con él el T-Roc no es un coche explosivo, pero sí resolutivo. En modo Sport (frente al Comfort, Normal, Eco e Individual), el cambio de doble embrague DSG de siete velocidades acelera de forma lineal para completar la carrera hasta los 100 km/h desde parado en 7,2 segundos.

Nos ha encantado la perfecta sintonía entre motor y cambio que sí echamos de menos en otras versiones de motorización del grupo con esta misma transmisión. Esto ayuda a disfrutar del T-Roc en carreteras de montaña, donde los cambios de ritmo son continuos y se requiere que en modo automático el cambio tenga engranada la marcha justa en el momento adecuado. Si no, ya se sabe, sólo hay que poner la palanca en posición secuencial y echar mano de las cómodas levas del volante.

La lluvia como aliado

Una ventaja (quizá la única) de probar un vehículo de sus características en medio de uno de los temporales de frío y lluvia que nos han visitado en este invierno es que fue fácil poner a prueba la efectividad de la tracción total. En realidad, es muy sencillo conducir el T-Roc en barro con 4Motion en tierra e incluso en zonas encharcadas. Sólo hay que escoger con el mando giratorio del 4Motion Active Control el perfil de conducción adecuado entre los cuatro disponibles y dejarse llevar.

Con alguno de los modos off-road activados, la fuerza del motor se distribuye entre los ejes anterior y posterior con ayuda de un embrague multidisco electrónico. Para ahorrar gasolina, en condiciones de baja demanda y sin que haya pérdidas de tracción, todo el par se dirige al tren delantero; si se precisa, el trasero se acopla sin tirones en décimas de segundo. Con ello, el Volkswagen T-Roc fluye con facilidad en pistas de tierra suelta, grava y con charcos de barro ayudado en parte por los 16,1 cm de distancia libre que tiene la carrocería respecto al suelo.

En asfalto es imposible buscar una grieta en el rendimiento dinámico del T-Roc. No si se compara con cualquier turismo convencional de su tamaño, altura y peso. Inmensamente resolutivo en curva, el dinamismo que pueda dejarse respecto a un Golf se nivela con el confort y el espacio interior. No se puede tener todo, pero los más exigentes en este terreno verán muy posiblemente colmadas sus expectativas con este crossover.

Amplio y racional

Su interior nos ha gustado mucho. Primero, por lo espacioso; una sensación que se debe a que, proporcionalmente, el T-Roc tiene una generosa batalla (2.593 mm) que se diferencia por muy poco de la del Tiguan. Respecto a su hermano mayor, la posición de conducción es muy similar (a 572 mm respecto al suelo), de manera que es perfecta para alguien que busque esa sensación dominante que aporta un crossover respecto a un turismo convencional.

Donde hay una clara y lógica concesión al confort si se compara con el Tiguan es en las plazas traseras. Es cierto que la comparación es inevitable, pero lo justo es hacerlo con sus verdaderos rivales, los demás SUV-B que se multiplican en nuestras calles a un ritmo vertiginoso. Recalculada la referencia el T-Roc no desentona ni en espacio ni tampoco en capacidad de maletero con 445 litros.

Donde brilla es en la integración de todo el entorno tecnológico que ha desarrollado Volkswagen y que va aplicando con acierto en las versiones ‘top’ de cada uno de sus lanzamientos. Como les contamos tras una primera toma de contacto con el modelo en la presentación, esa integración “de los elementos de indicación y manejo digitales” inspiró en buena medida el diseño del interior. Visto el resultado, no nos parece mejor ni peor que el de otros Volkswagen de última añada, pero funciona. Vaya que si funciona.

La segunda generación del cuadro de instrumentos digital de 11,7 pulgadas y alta resolución es otro acierto en términos de ergonomía. Hay varios modos de visualización y dos de ellos se alejan del típico patrón propio de los cuadros analógicos basados en esferas. Acostumbrados como estamos ya a interfaces digitales, la ventaja a la hora de visualizar el navegador es enorme. También a la hora de recibir avisos de peligro, como al acercarse demasiado al vehículo que nos precede. Un sobresaliente.

Con sus dos mandos giratorios y las ocho teclas funcionales que se reparten a ambos lados, la pantalla táctil acristalada de 8’’ del sistema de infoentretenimiento permite tener todo a mano. Es fácil hacerse a su lógica de funcionamiento y al contenido de los diferentes menús. Si se quiere sacar el máximo partido a su integración con nuestro teléfono inteligente, sólo hay que conectarlo a una de las dos tomas USB de la consola central y aprovechar la función Apple CarPlay o Android Auto. No hace falta más. Aunque esta versión disponía del equipo de sonido de Beats Audio de ocho canales y 300 vatios, no nos ha parecido extraordinario.

Por último, el acabado gris de los paneles decorativos personalizables del interior hace demasiado sobrio el puesto de conducción. En general, sigue dándonos la sensación que los diseñadores de Volkswagen necesitan desmelenarse y salirse del patrón más alemán antes de dar forma a habitáculos de modelos que piden algo más que simetría como este T-Roc. 

 

Autor
Róber Martí
Periodista. Ha sido redactor del periódico Superdeporte así como en otros medios de especializados como Motor 2000 o Canarias Racing. Ha colaborado en Radio Marca, COPE y actualmente codirige el programa Motor en la Onda de Onda Cero Canarias.
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