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Active Tourer: El monovolumen, según BMW

  • Interesante uso de apliques embellecedores metálicos en el exterior
  • Su revolucionario techo emplea la tecnología de partículas suspendidas
  • El tándem que forman los dos motores rinde 190 CV de potencia

Hace años teníamos que preguntarnos cómo sería un BMW con pretensiones off-road. ¿Cómo encajaría la clase y la deportividad del fabricante alemán en un SUV? La materialización de esa idea se llamó X5 y le siguió el X3, el difícilmente clasificable X6 y, en última instancia, el X1. Lo mismo pasó con la Serie 1, un coche que surgió como respuesta al gusto por los pequeños compactos de alrededor de cuatro metros con hechuras Premium.

En este trayecto se puede decir que BMW ha ido explorando todos los caminos en los que se bifurca la categoría de los compactos. ¿Todos? Casi, porque falta por andar el de los monovolúmenes. Ahora la marca arlequinada deja poco lugar a la imaginación con un concept car que se desveló en París a finales del pasado año y que MotorEnLinea.es ha podido ver y tocar en el concesionario que la marca tiene en Las Tablas (Madrid), muy cerca de su sede.

El Concept Active Tourer es un ensayo, pero creemos que el hecho de que se esté presentando a los medios de comunicación especializados nacionales es una pista más de que con uno u otro nombre, BMW ya ha decidido que sí, que si ha de fabricar un monovolumen ha de parecerse mucho a este prototipo. Como siempre la marca alemana aprovecha sus estudios de diseño para sacar todo el arsenal de novedades en materia técnica y de ingeniería.

Su diseño, salta a la vista, es una vuelta de rosca más a la línea que inspira toda la generación actual de modelos. Como todos los prototipos de BMW se desliza hacia el lado futurista pero, por lo menos en su exterior, sin perder de vista la realidad del sector y de su propia gama. Además su aspecto es muy ‘saludable’ con una armonía de proporciones bien lograda. Mide 4,35 metros de largo, 1,83 de ancho y 1,56 de alto para una generosa distancia entre ejes de 2,67 metros.

Es muy interesante a efectos de diseño la inserción de apliques de aluminio en frontal, costados y espalda, así como la combinación de superficies pulidas –mitad superior– y otras mate –parte inferior– que provoca un juego de claridad y sombras. La parrilla ovoide y los grupos ópticos delanteros nos resultan muy familiares, aunque hay diferencias, sobre todo en los faros que se estiran hasta llegar casi a la frontera de los pasos de rueda y que acogen unos nuevos listones de LED que quieren dar un aspecto como de pestaña.

Acostumbrados a la cadencia de carrocerías de los distintos modelos de BMW, el perfil monovolumen del Active Tourer resulta casi liberador. Es curioso porque la marca alemana dribla el término ‘monovolumen’ al referirse a este prototipo, pero a pesar de su aureola deportiva, la silueta lo delata. Bellísima la forma de cuña y los tiradores de las puertas a ras para no romper la fluidez de la línea de carácter que estiliza los hombros y que marca la transición del claro (zona pulida) de la oscura (zona mate). En la parte trasera prevalecen como en todos los modelos BMW las líneas horizontales. 

Pensando en futuro

Si el exterior es atrevido pero realista, en el interior los diseñadores han dejado volar su imaginación. Aunque vamos a intentar resumirlo brevemente, les recomendamos que vean los videos del BMW Concept Active Tourer en nuestro canal de YouTube para no perderse detalle de la cabina de este prototipo.

Además del uso de la madera ‘Streakline’ –que se caracteriza por su estructura porosa– como detalle embellecedor, se recurre a un tipo de piel agamuzado de nombre Nubuk que, en suma, con tonos muy claros, da mucha claridad a todo el habitáculo. El cuadro de instrumentos emplea la tecnología black-panel añadiendo una pantalla de información en el salpicadero para situarse en pleno campo de visión. También hay un head-up display entre el volante y el parabrisas para proyectar gráficas en alta resolución a color. 

Lo más llamativo es el techo panorámico fabricado con cristal de material compuesto y que incorpora la tecnología de partículas suspendidas (SPD en sus siglas en inglés) con la que se puede variar la transparencia según la sensación térmica que se quiera crear. Una filigrana tecnológica que permite ahumar el cristal, hacerlo totalmente transparente e incluso crear diseños que simulan hojas y que supone un paso más allá respecto al Magic Sky Control del eterno rival: Mercedes-Benz.

Los asientos también estrenan un sistema que han llamado ‘Travel & Comfort’ y que permite convertir el dorso de los respaldos en tableros abatibles regulables en altura o en bolsas para guardar objetos. También ofrecen la posibilidad de fijar tabletas digitales en posición vertical u horizontal mediante unos clips y poder navegar por internet, jugar o ver una película. 

La guinda tecnológica del interior es una pantalla multifunción de 10,25 pulgadas que sustituye al tablero de instrumentos convencional al mostrar cuatro instrumentos redondos que informan sobre velocidad, régimen de giro del motor, nivel de combustible y temperatura de aceite. La representación gráfica se puede personalizar según el modo de conducción que hayamos activado: confort, Sport o Eco Pro.

Híbrido tipo Plug-in

Pero si hablamos de tecnología, la más avanzada se esconde bajo su capó. El Active Tourer es un híbrido tipo plug-in, es decir que aprovecha las bazas de un coche eléctrico pero combinándolas con las de uno con motor de combustión convencional. En el caso de este coche, uno de gasolina de 1,5 litros. Ambos dan una potencia combinada de 190 CV.

Aunque parezca anecdótico, uno de los aspectos más revolucionarios de este coche es que no es un propulsión trasera, sino que la fuerza del motor 1.5 se transmite a las ruedas delanteras. Es el eléctrico adicional el que actúa sobre el tren trasero y es capaz de moverlo por sí solo sin echar mano del de gasolina hasta 30 km. El tándem que forman da como resultado una aceleración de 0 a 100 km/h en menos de ocho segundos, alrededor de 200 km/h de velocidad máxima y un consumo promedio, atención, de sólo 2,5 litros cada 100 km. Las emisiones son igual de sorprendentes: menos de 60 gramos de CO2 por kilómetro.

 

Autor
Róber Martí | Madrid
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