Era obvio que si Mercedes-Benz tenía que escoger un modelo para representar uno de sus principales objetivos a corto plazo ese era el Clase C. Cómo, pues sencillamente convirtiendo a su nueva generación, la quinta, en la primera serie de turismos completamente electrificada mediante el lanzamiento, en una primera oleada, devariantes exclusivamente con sistema híbrido leve a las que les seguirán posteriormente las versiones híbridas enchufables. La renovación de uno de los modelos de su catálogo de mayor éxito pese al auge de los SUV trae aparejado otras novedades en el plano técnico como la dirección en el eje trasero e importantes avances en digitalización.
Visualmente las proporciones cambian respecto a la edición anterior. Ahora combina un corto voladizo delantero con una larga batalla para dinamizar su silueta. Este aspecto se subraya con la introducción de un nuevo capó con resaltes longitudinales, el diseño del parachoques con guiños en su trazo a los “flaps” de la fórmula y la posición más retrasada del parabrisas y el habitáculo. Con el mismo objetivo, la carrocería prescinde del exceso de pliegues para darle más tensión permitiendo así otorgarle mayor relevancia a la línea de cintura y al pliegue dinámico situado sobre el faldón lateral.
Otros detalles a destacar son un mayor ancho de vías, nuevos entramados para las llantas y la presencia de un “mar de estrellas” que inunda la calandra del radiador, una excentricidad de gusto y elegancia exquisita. En la zaga los grupos ópticos están formados por dos piezas dividiendo las funciones de iluminación entre los flancos y la forma alargada que se aloja sobre la tapa del maletero.
Los faros anteriores, en nuestra unidad de prueba, incorporan de serie faros LED Hight Performance aunque para mayor definición la marca ofrece los faros Digital Light, herencia directa de la Clase S.
EN EL INTERIOR
La longitud de la nueva Clase C crece en 6,5 cm mientras en el resto de cotas la variación es mínima. Este estiramiento tiene especial incidencia en la distancia entre ejes y por tanto en un aumento de la habitabilidad a bordo tanto en las plazas delanteras como traseras donde también crece la altura hasta el techo en 13 mm.
Delante, además de una mayor disponibilidad espacio se despliega ante el conductor un nuevo espacio digitalizado formado por el tablero de instrumentos y la gran pantalla central, ahora orientada verticalmente y ligeramente girada hacia la posición del conductor.
El primero de los dispositivos cuenta con tres configuraciones de visualizado –discreto, deportivo y clásico- y tres modos –navegación, asistencia y servicio-, estilos que comparte con el display principal. Cambian también los mandos hápticos del volante, ahora de manejo aún más sencillo e intuitivo.
Detrás de todo este entramado se encuentra la generación más reciente del sistema de infoentretenimiento MBUX en el que se ha ampliado la capacidad de diálogo y de aprendizaje del asistente de voz ‘Hey Mercedes’ mediante los servicios online de la app de Mercedes, todo un mundo a descubrir. Entre las curiosidades, colocado por debajo del visualizador central, en una posición ergonómica, se encuentra el escáner de huella dactilar para que los usuarios puedan identificarse como usuario de forma segura al tiempo que protege los ajustes personales.
ELECTRIFICACIÓN
La gama de mecánica está exclusivamente formada por motores de cuatro cilindros y tanto los diésel como los de gasolina cuentan con la asistencia de un alternador arrancador (ISG) y sistema eléctrico de 48 voltios convirtiéndolos en modelos híbridos parciales. Todos están asociados al cambio 9G-Tronic para integrar la función del ISG.
Nuestra unidad de pruebas está dotada de la variante diésel C 220 d con 200 CV. Su nueva asociación incide en dos aspectos principales, por supuesto en la eficiencia –se nota sobre todo al circular a velocidad constante si echamos un vistazo al bajo régimen de funcionamiento-. También al hundir el pie en el acelerador donde es notorio ese empuje extra proporcionado por la función eléctrica. En este sentido, la complicidad con la nueva transmisión es sobresaliente. Su capacidad para intuir la intensión del conductor y adaptar los cambios de marcha al nuevo estilo supone una garantía de respuesta en cualquier situación independientemente del perfil de conducción en el que vayamos circulando.
Para ganar en agilidad el nuevo Clase C adopta los beneficios del eje direccional en las ruedas traseras y aunque es difícil de percibir está claro que por pura teoría beneficia la estabilidad y la seguridad a altas velocidades. Otro aspecto que se agradece es el modo en que se gestiona la intrusión de los sistemas de ayuda a la conducción. Destacamos, en este sentido, uno de los más controvertidos, el asistente de cambio de carril. A menor velocidad de circulación –en ciudad por ejemplo- el aviso se reduce a una leve vibración del volante, suficiente para recordar que hay que señalar la maniobra. La acción sobre el volante es más evidente cuando la misma maniobra se realiza en vías rápidas.