Aunque desde la primera a la quinta generación del Ibiza dista un mundo y, más concretamente, 33 años, hay algo que ha permanecido en cada uno de los modelos. Y no hablamos sólo de su nombre; también, de su capacidad para mantenerse como un símbolo de libertad y de acceso a la movilidad para miles y miles de conductores. 
SEAT ha reunido a ese primer Ibiza de 1984 y al último que lanzó en 2017 en la isla que les ha dado nombre. Un viaje con tintes generacionales en el que ha estado Teo García, uno de los padres de este coche que, además, ha formado parte del equipo de desarrollo de todas y cada una de esas cinco versiones del Ibiza.
Por un lado, opina García, el diseño de aquel Ibiza original, coetáneo del primer Macintosh de Apple, y que firmó un especialista: Giorgetto Guigiaro, quien optó por una línea muy cuadrada, “muy de su tiempo”, recuerda este ingeniero de SEAT. La actual, que se lanzó en 2017 y que es obra del actual director de Diseño de la marca, Alejandro Mesonero Romanos, se sirve de un aspecto mucho más dinámico y escultural evolución del estilo ‘Arrow Design’.
Hace treinta años, además de ese diseño más cuadrado, también era muy característico el uso de grandes ventanas que aportaban luminosidad al interior. Esto, en la práctica, se traducía en una gran sensación de espacio, si bien el nuevo Ibiza tiene unas cotas de confort superiores al modelo ‘ochentero’. Respecto al original, el actual es 170 mm más ancho, 422 mm más largo y 50 mm más alto.
Ha cambiado el diseño, pero también la manera de hacer los coches. La primera versión se moldeó “como si fuera una estatua de Miguel Ángel”, rememora Teo García. Entonces se llegaron a emplear dos toneladas de yeso para esculpirlo; hoy por hoy se emplea arcilla, en concreto, unas cinco toneladas por modelo. Este material mucho más manejable y se combina con el desarrollo de prototipos virtuales que permiten estudiar la viabilidad del diseño. Este material, además, es reciclable.
Más diferencias cuantitativas: el primer Ibiza requirió de 60 horas para la fabricación de la unidad número uno. Hoy, la fábrica de Martorell necesita 16. “No tiene nada que ver cómo se fabrica un coche hoy en día”, asegura García. A pesar de esta reducción del tiempo, los vehículos son ahora más sofisticados al incluir tecnología más avanzada. El nuevo Ibiza se ha desarrollado con la última tecnología del Grupo Volkswagen, la plataforma MQB-A0, que le ha hecho ganar en robustez y habitabilidad.
Asomarse a cada rincón y comparar uno y otro coche es hacerlo a revolución que ha experimentado el sector del automóvil. Esto incluye el motor. El primer Ibiza apostaba por “una mecánica de prestigio” con el System Porsche; 33 años más tarde, con el 1.5 TSI “se ha logrado el motor más potente y, a la vez, eficiente” de su segmento, subraya este ingeniero de largo recorrido en SEAT. En este sentido, el consumo medio del primer Ibiza era de 7,8 litros/100 km en la versión 1.5, mientras que el de la última versión se reduce hasta los 4,9 litros/100 km.
Al volante del primer Ibiza había poco que hacer además de eso, conducir. El equipo de música era muy básico, pero el actual cuenta con una tecnología que hace 34 años era de ciencia ficción. En opinión de Teo García, la conectividad “es uno de los grandes avances” que incluye el vehículo, algo “impensable hace más de tres años”.
El Ibiza ‘V’ integra en sus versiones más equipadas una pantalla de 8 pulgadas y tecnología para poder recibir y escribir mensajes por voz. La seguridad también ha evolucionado hasta límites que eran inimaginables en los años ochenta del pasado siglo. El último Ibiza cuenta con asistentes a la conducción, como el de frenada en ciudad o limitador de velocidad, sistemas inimaginables hace tres décadas.
Tras cinco generaciones y con 5,6 millones de unidades vendidas en más de 80 países, el éxito del Ibiza ha sido determinante en la internacionalización de la marca SEAT.
