Meses atrás, comenzó siendo un rumor que, paradójicamente, fue tomando temperatura con las primeras lluvias del otoño. Hasta que en diciembre, ya sí, el concepto revolucionario del Supercampeonato de España de Rallyes, acuñado por la Real Federación Española de Automovilismo, pasó a ser una realidad. Y, desde entonces, no ha hecho más que tomar forma, durante una pretemporada en la que apenas se ha hablado de otra cosa, hasta materializarse como lo que, a las primeras de cambio, va camino de ser: el escalón principal a nivel patrio, la máxima expresión de nuestros rallyes, después de décadas y décadas de hegemonía absoluta e incuestionable por parte del Nacional de Asfalto.
Así, a simple vista, puede sonar algo osado, pero es que, en este caso, el tema cae por su propio peso. A tenor del compás que marcan desde hace ya años los calendarios de los principales certámenes internacionales, donde el negro alquitrán ha quedado reducido a la mínima expresión, era impepinable que en España, tarde o temprano, tendría que implantarse un certamen mixto que, verdaderamente, sirviera como escuela a los pilotos del mañana.
Qué mejor ocasión para abordar esa empresa que un contexto como el actual, con un proyecto formativo ya en marcha como es el Rallye Team Spain, que, desde hace dos años, está incentivando el desarrollo integral de los nuevos talentos españoles, principalmente a través de la Beca Junior R2.
Ambos conceptos engarzan a la perfección dentro de un campeonato igual de heterogéneo en cuanto a reglamentación, aunque más simplista a nivel de categorías que aquellos otros con los que va a coexistir (CERA y CERT), donde los valores en ciernes de nuestros rallyes, precisamente los pilotos junior, van a ejercer el protagonismo que les corresponde, también a nivel de premios, con una partida propia para ellos dentro del montante total de 82.500 euros que se repartirá a final de año entre los mejores del S-CER.
Alicientes, por tanto, no van a faltar, para la primera edición de un certamen compuesto por cuatro rallyes sobre cada tipo de superficie, con un presupuesto total inferior al del CERA (11 pruebas), que, honoríficamente, va a entrañar, además, el prurito de poder ser el primer Supercampeón de España de la historia. Un galardón inédito hasta la fecha, por el que, previsiblemente, pretenden pujar buena parte de los pilotos de nuestro país que se han estado bregando estos últimos años en el panorama internacional.
Yeray Lemes y Emma Falcón han confirmado ya el asalto al S-CER con sus respectivos Hyundai i20 y Citroën C3. Javier Pardo también va a disputar la temporada alternando el Suzuki Swift R+ en el asfalto con un Skoda Fabia R5 para la tierra. La misma montura con la que pretenden concurrir como compañeros de equipo Xevi Pons y Álex Villanueva, y, a su vez, Dani Solà, que después de haberse estrenado el pasado año con la unidad de MC Racing, está tratando de cerrar un proyecto bajo el paraguas de Auto-Laca.
José Antonio Suárez busca también apoyos para estar en liza en el S-CER, el horizonte donde ha centrado sus miras, asimismo, Pepe López, quien tiene ya casi cerrado un proyecto con Citroën España para subirse a un C3 R5 gestionado por Sports&You.
Si a todo ello le sumamos los proyectos que van a emprender, dentro de la categoría N5, pilotos como Juan Carlos Quintana o Fredy Tamés, queda claro que el nuevo Supercampeonato se puede posicionar, ya desde un principio, como el polo de atención principal para la afición de una especialidad que llevaba ya tiempo coqueteando con la idea de contemplar un certamen mixto como el que la próxima semana va a echar a andar.