El Golf ha sido sometido a una profunda revisión. La actual generación, en el mercado desde 2012, ha tenido que convivir con el periodo de mayor eclosión comercial experimentado por los SUV restándole cierto protagonismo a un modelo acostumbrado a mantener una notable posición de privilegio en el mercado.
Sin embargo, no es la primera vez que el Golf atraviesa una situación semejante. Durante su ya larga trayectoria de éxito siempre ha estado sometido al acoso constate de nuevas propuestas decididas a poner en apuros al 'best seller' del segmento compacto en Europa, un campo de batalla del que siempre ha salido airoso.
Ante esta nueva situación, Volkswagen reacciona incluso con mayor contundencia. La renovación de la séptima generación del Golf entraña uno de los saltos tecnológicos más notables, dando un paso al frente en conectividad mientras revoluciona la manera en la que el usuario interactúa con la interfaz de la pantalla a través del control gestual. No es el único aspecto, nuevos sistemas de asistencia a la conducción proponen un primer acercamiento al universo de la conducción pilotada. También hemos constatado la mejora de rendimiento y prestaciones del motor 1.4 TSI de 150 caballos asociado a la nueva caja de cambios de DSG de siete velocidades, un auténtica delicia se lo aseguramos.
Como toda buena actualización que se precie, la llegada de este nuevo Golf viene acompañada de pequeños cambios estéticos que realzan su imagen como modelo de vanguardia. El nuevo parachoques delantero incorpora una nueva rejilla de ventilación y nuevos receptáculos en los extremos para los antiniebla, todo ello coronado por un estiloso listón cromado. Los faros se decantan por un original sistema de iluminación LED, de serie en los grupos ópticos traseros, e intermitentes de iluminación dinámica en un nueva muestra de talento para tratar de mantener distancia con el resto de la oferta actual.
El cambio más sustancial, sin embargo, se experimenta nada más acceder al interior. El cuadro de instrumentos digital, con varios formatos de información seleccionables y la generosa pantalla de 9,2 pulgadas centran toda nuestra atención. Imposible sucumbir a la necesidad de empezar a curiosear en sus amplias posibilidades, ensayando con las singularidades que ofrece el control gestual.
De izquierda a derecha, de derecha a izquierda, sencillos movimientos de nuestra mano nos permiten movernos entre los diferentes menús - teléfono, audio, gestión de los sistemas de asistencia, procedimientos asociados a los controles básicos del vehículo - y una vez en ellos, seleccionar igualmente la opción deseada. Una de las más completas y avanzadas dotaciones dentro de su categoría que se complementa con nuevos servicios en línea a partir de las posibilidades de conectividad que ofrecen plataformas como Android Auto, Apple CarPlay y MirrorLink. Vamos, para no aburrirse.
Esta decidida apuesta por la nuevas tecnologías asociadas al automóvil llega incluso más lejos cuando nos adentramos en el campo de las ayudas a la conducción. Asistentes como la última evolución del control de crucero adaptativo que permite al sistema la gestión automática del acelerador y el freno para mantener constante la distancia con el vehículo que nos precede a velocidades no superiores a 60 km/h, o el sistema de frenado automático de emergencia en ciudad con reconocimiento de peatones suponen el umbral de entrada hacia nuevas soluciones que tienen su origen en el ámbito de la conducción autónoma.
Potenciado su lado más tecnológico, el Golf sigue demostrando un comportamiento intachable sobre la carretera. Para nosotros ha sido una sorpresa el funcionamiento del motor de gasolina 1.4 TSI de 150 CV pero mucho más, el nivel de compenetración alcanzado con la nueva transmisión automática de doble embrague de siete velocidades. La impresión es de una total precisión, transmitiendo la sensación de estar en todo momento en la relación óptima en cada situación.
Si a eso se añaden los atributos propios de su naturaleza en cuanto a dirección y suspensiones el resultado no puede ser otro que puro divertimento. Personalmente me gusta que cuando se conduce con cierta alegría, y con el respaldo de los frenos, la parte trasera tome cierto protagonismo a la hora de situar el vehículo en la trayectoria correcta. La potencia y el par son excelentes aliados en este caso. En ciudad, todo ese carácter indómito se transforma en docilidad y por añadidura, en ahorro, con medias de 5,2 litros a los 100 kilómetros. En definitiva, un auténtico prodigio, con el estilo y ese plus esencial al que es difícil no sucumbir.