No, no se puede considerar el único causante de la situación actual. Pero el caso es que el nuevo reglamento técnico implantado en el Mundial a finales de 2016, conjugado con la espantada que protagonizó entonces Volkswagen y el maremágnum deportivo que desecadenó, con Sébastien Ogier como principal protagonista, ha propiciado un panorama mucho más abierto y emocionante, que se ha mantenido como tal esta temporada. Con una situación incierta todavía superada ya la primera mitad de un campeonato donde, después de ocho rallyes, aún está todo por decidir.
Thierry Neuville y el propio Ogier se repartieron el protagonismo durante la fase inicial del curso, sumando tres victorias cada uno (Suecia, Portugal y Cerdeña el primero; Monte-Carlo, México y Tour de Corse el segundo) que certificaron la tremenda igualdad imperante entre los dos hombres que con más ahínco se disputaron el título en 2017. Sin embargo, el accidente que sufrió el galo medida la primera etapa del Portugal, donde se marchó de vacío por primera vez, desequilibró la balanza a favor del jefe de filas de Hyundai. Un potencial campeón cada vez más maduro y asentado, con un bagaje ya considerable a sus espaldas, que a pesar de haber cedido 8 puntos respecto a su rival después del Mil Lagos, donde volvió a verse condenado, como en México, por tener que abrir pista el primer día, sigue teniendo al alcance de la mano, lo mismo que el pasado año, la capacidad de derrocar de una vez por todas al astro de francés.
Aunque los toboganes de Finlandia se le volvieron a atragantar, su coche, el i20 Coupé WRC, ha vuelto a mostrarse el más ambibalente del plantel actual, tal como hizo Ogier al comenzar el campeonato, demostrándose capacitado para ganar ya sobre cualquier terreno con el Ford Fiesta que se había encontrado de nuevas el invierno anterior. Sin embargo, las sensaciones del piloto de Gap a bordo del coche británico han comenzado a renquear en el ecuador de una temporada donde su ex compañero y principal artífice de la montura que maneja ahora, Ott Tänak, ha retomado el vuelo a los mandos del Toyota Yaris WRC, con el que parece decidido a medrar otra vez, como a principio de año, en la lucha por el campeonato.
Después de que registrase su segunda victoria de la temporada hace un par de semanas, en el rallye de casa para su nuevo equipo, el estonio ha acortado distancias respecto a los dos cocos del campeonato, situándose a 46 puntos de Neuville y a 25 de Seb, antes de continuar la próxima semana, en Alemania, donde se doctoró sobre asfalto la pasada temporada, la recta final de un certamen donde aún puede tener mucho que decir.
Aunque este año no ha estado tan brillante como se esperaba delante de su afición, la otra figura emergente del equipo Toyota, Esapekka Lappi, está rindiendo a buen nivel durante su primera temporada completa al volante de un World Rally Car. En Cerdeña hizo podio y, actualmente, figura cuarto del Mundial, con 10 puntos de ventaja sobre Dani Sordo; quinto entre los contendientes al título, a pesar de haber computado tres rallyes menos (Suecia, Cerdeña y Finlandia) hasta el momento en la que está siendo su temporada más provechosa como piloto Hyundai.