Quién no recuerda el vuelco de Borja Moratal con el Peugeot 309 o el descomunal y nefasto salto de José Luis Rodríguez (El Puma) con el Ford Escort de Grupo N. La pista del Gran Karting Club de Tarajalillo nos ha dejado imágenes imborrables en nuestra memoria. Durante años, de día o de noche, miles de aficionados se agolparon en sus gradas y laderas para desgañitarse al observar la destreza de pilotos y vehículos sobre una pista que se presta como pocas a la alternativa de un espectáculo donde poder disfrutar de estos bólidos.
Eran tiempos de cambio y el circuito se convertía en testigo del progreso de una modalidad por la que desfilaban, a modo de pasarela, los últimos Grupo A dando paso a las primeras hornadas de WRC, a una nueva categoría denominada Kit Car y a los ulteriores Super 1600. Para Canarias era una oportunidad única de ver evolucionar estas máquinas en manos de grandes leyendas del automovilismo mundial: Kankkunen, Delecour, Panizzi, Thiry, Bertone, Puras… o el largamente recordado Krzysztof Hołowczyc, el último bastión de los extintos espectáculos en parque cerrado (los trompos) capaz de enfrentarse a la máxima autoridad federativa española para dejar una huella imborrable en los aficionados. Todos ellos saborearon el agrio gusto de enfrentarse a un trazado que por ratonero se convirtió en ocasiones en ratonera, acabando, más de uno, maltrecho entre sus muros.
Tiempos donde las ‘perras’ no eran un problema y el orgullo alcanzaba su grado sumo al ver como también ‘los nuestros’ se armaban hasta los dientes para seguir manteniendo ‘El Corte’ como su particular feudo y fortín. Los hermanos José Mari Ponce y Toñi Ponce, Luis Monzón, Goyo Picar, Santi Concepción, Flavio Alonso… y hasta donde la memoria alcanza, accedían a la única clasificación posible, a la de campeón absoluto de un rally sin seudónimos. A la de vencedor de El Rally El Corte Inglés.
El ‘karting’ vuelve y no sabemos si para quedarse. Por petición popular, tal como han expresado sus organizadores, un rally de la categoría del Islas Canarias necesitaba del aliciente añadido de un tramo espectáculo que se convierte en punto de partida de un rutómetro acorde a las actuales circunstancias económicas. Así, en frío, la nueva camada de futuribles mundialistas saborearán las mieles de un trazado en el que surge la duda sobre la capacidad escénica de los nuevos Super 2000. Posiblemente el diseño de un trazado más acorde a sus particulares características hubiera sido la solución ideal. ¿En Las Palmas de Gran Canaria, quizás? El IRC apenas acaba de empezar y no nos imaginamos a ninguno de sus protagonistas dispuesto a jugársela por un par de segundos. En cualquier caso, la especial 1 y 4 no dejará a nadie indiferente y a buen seguro que volverá a ofrecernos alguna imagen para la posteridad. Cómo dijo el desaparecido Freddy Mercury The show must go on (el espectáculo debe continuar) y desde esa perspectiva se agradece el detalle.