COCHES
Prueba

Passat GTE: el presente es enchufable

  • El enfoque es el mismo que en el Golf GTE
  • Lo mejor es reservar el E-Mode para trayectos urbanos

Cada vez que probamos un modelo híbrido es imposible abstraerse del proceso de refundación que atraviesa el sector de la automoción. La transición hacia lo eléctrico es una realidad, pero no va a ser rápida. Las conquistas logradas por los fabricantes en autonomía mediante baterías de mayor densidad en coches que ya se comercializan y, sobre todo, en una serie de nuevos modelos que hasta ahora se han exhibido en grandes salones, confirman la apuesta por esta tecnología e incluso su viabilidad.

Pero no vamos a insistir más en lo mismo. Junto a esos avances en autonomía ha de producirse de manera paralela avances en la red de recarga y, también, un cambio en la mentalidad del conductor, sus costumbres, su conciencia medioambiental e incluso en el plano urbanístico de nuestras ciudades... Un proceso complejo y necesariamente largo que requiere de alternativas como los híbridos enchufables. Alternativas, como el nuevo Volkswagen Passat GTE.

La marca alemana ha matado dos pájaros de un tiro con esta versión. Por un lado, al engrandecer su gama con un híbrido; y, por otro, al acercarlo a los dominios de sus GTI, una saga que nunca ha admitido un Passat en su club. El enfoque es el mismo que en el Golf GTE, es decir, un híbrido enchufable capaz de poner al servicio de la deportividad y las sensaciones esa chispa de potencia y par extras que aporta el motor eléctrico. Ello, claro está, aderezado con retoques de diseño y equipamiento que, en su mayoría, dan realce a la deportividad.

Pero centrémonos primero en esa condición híbrida que sólo aporta ventajas al nuevo Passat GTE. Al empezar nuestra ruta con las baterías completamente cargadas el ordenador de a bordo preveía un uso exclusivamente eléctrico (E-Mode) durante 49 kilómetros. Un valor difícil de cumplir en plena ola de calor, ya que el climatizador es uno de los lujos a los que hay renunciar si se quiere ser cien por cien eficiente. Nos centramos en evaluar el rendimiento del Passat impulsado por el propulsor eléctrico, primero en un trayecto más urbano para, más tarde, volver a hacerlo en nuestro regreso por autovía desde el sur de Gran Canaria tras haber recargado alrededor del 50 por ciento de la batería en el punto de carga rápida que tiene el Hotel Cordial Mogán Playa. En dos horas y media lo habría hecho por completo.

Nada extraño

Salvo por el silencio y el par instantáneo de 330 Nm, no hay nada que diferencie un Passat GTE de uno convencional. Mismo confort de marcha (acrecentado incluso por ese bienestar extra de no escuchar rumor mecánico alguno) y misma madurez de esta berlina de negocios. Sí es cierto que para mantenerse en los términos de autonomía que establece el sistema se requiere aprovechar al máximo sistemas como la ‘conducción a vela’ en lugares donde podamos rodar por inercia o el freno regenerativo. El indicador específico del digital ‘cockpit’ cuando se activa el E-Mode sirve de gran ayuda a la hora de adquirir destreza. A propósito del freno regenerativo, el Passat GTE, como otros híbridos e híbridos enchufables que hemos probado, no es demasiado intrusivo, algo que sí sucede en los eléctricos. 

La lógica, y también el uso, nos dice que lo mejor es reservar el E-Mode para trayectos urbanos, ya que es donde más provecho se saca en términos de consumo y por la comodidad que proporciona este tipo de propulsión. La entrega inmediata del par ayuda a hacer más fluida la conducción y, además, con la satisfacción de saber que estamos evitando emitir en nuestras calles gases contaminantes.

La lógica nos dice eso, pero no podíamos dejar de caer en la tentación de pulsar dos botones más arriba en la consola central. El pulsador GTE está ahí precisamente para pecar, pero antes de apretarlo preferimos hacer acopio de carga mediante el modo ‘Battery Charge’. Con él, el motor 1.4 TSI actúa –a la vez que impulsa el coche– como un generador que alimenta las baterías. Hay que hacer de tripas corazón y aparcar nuestro lado más ‘eco’, ya que los consumos suben como la espuma en este modo.

Todo, para llegar a la carretera de montaña entre Mogán y Ayacata con reservas de energía y ver de qué es capaz el Passat GTE con 218 CV a su disposición y 400 Nm de par. Igual que el Golf, la activación del modo GTE altera también los parámetros de la dirección asistida y del propio acelerador para llevar al Passat a un territorio que, sin haberle sido ajeno del todo, sí es nuevo para él. Vivo en sus reacciones, con capacidad para cambiar el ritmo a pesar de su tamaño –gracias a una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,6 segundos–, el Passat GTE añade la diversión como atractivo.

La eficiencia vuelve a primer plano

Cuando toca plegar velas y volver a deshacer el camino, escogemos el modo híbrido, donde la eficiencia impone de nuevo su ley a costa tan sólo de suavizar sus reacciones. Es aquí donde convence con sus rotundos 1,6 litros cada 100 km de consumo medio que hace posible que su autonomía pueda llegar a rozar los 1.100 kilómetros. Eso, traducido en un trayecto insular, puede suponer muchas semanas sin tener que pisar una gasolinera...

Como en todo híbrido, en esta posición motor térmico y eléctrico actúan en solitario o al unísono según el tipo de conducción o las condiciones del recorrido, pero siempre intentando ahorrar gasolina y salvaguardar un cierto nivel de carga en las baterías. 

Volkswagen acierta al darle un alto componente tecnológico a esta versión GTE cuyo equipamiento no se deja nada atrás de ese arsenal de sistemas y asistentes que la marca alemana ha desplegado en toda esta generación de modelos. Dispositivos como el control de crucero adaptativo, el asistente de frenada de emergencia automática en ciudad, el asistente de aparcamiento delantero y trasero, el sistema de frenado anticolisiones múltiples o los faros LED. Eso por citar sólo algunos.

Y como broche, la marca también da en el clavo al proporcionar un aire más fresco a este coche. El Passat ha quedado algo encorsetado como berlina de negocios y ese conservadurismo se rompe con detalles tan concretos como las luces de conducción diurna en forma de C en los bajos del frontal (idénticos al del Golf GTE), las pinceladas del color azul característico de los modelos híbridos de la marca y las salidas de escape trapezoidales perfectamente integradas en el paragolpes trasero. 

El interior toma elementos técnicos muy necesarios en un coche de este enfoque como el cuadro de instrumentos digital o la pantalla táctil de ocho pulgadas con monitor específicos; y otros puramente de estilo como la palanca de cambios y el volante con costuras azules, la iluminación ambiental en este mismo tono, o los asientos tapizados de alcántara y cuero.

Tras haberlo probado hay que decir que Volkswagen ha exportado con éxito la fórmula GTE y puede seguir haciéndolo en otros modelos como, por ejemplo, el Tiguan, que lo hará. Sólo cabe esperar que, igual que otros fabricantes, en Wolfsburgo le proporcionen a este sistema unas baterías con mayor densidad energética que permitan extender su autonomía eléctrica. Es sólo cuestión de tiempo.

 

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